La keynote pasó como un huracán y me dejó, una vez más, pensativo. Apple no había respondido a las expectativas depositadas o, mejor dicho, no había respondido a nuestras previsiones: ni diseño innovador, ni pantalla infinita, ni carga inversa… ¿Cómo es posible? El gigante daba la espalda a las innovaciones presentadas por sus rivales y seguía su particular camino sin mirar atrás ni a los costados: Apple es Apple y no rinde cuentas ante nadie, a excepción de sus clientes, a los que mima con pasión. Así las cosas y siendo usuario de un iPhone XR, mi cabeza comenzó a pensar lo siguiente: ¿compensaba dar el salto hacia uno de los nuevos modelos?
Recordemos que el fabricante presentó dos iPhone: el 11 y el 11 Pro, este, a su vez, en dos tamaños de pantalla (5.8 y 6.5 pulgadas); podríamos decir que el iPhone 11 es un XR actualizado, mejorando en procesador y cámaras, pero a simple vista se trata del mismo teléfono. Diríamos que Apple ha aplicado su clásica y previsible evolución de sus teléfonos: empleando el mismo chasis, aplica las mejoras internas suficientes para aprovechar los ciclos de renovación del mercado. No se pueden aprovechar más los recursos ni las economías de escala. Como apunto, viniendo de un iPhone XR no había justificación posible a un posible cambio al iPhone 11. Pero… ¿y hacia el iPhone 11 Pro?
Las primeras incursiones en la valoración personal que hice pasaron por analizar las ventajas comparativas del iPhone 11 Pro y Apple había hecho ese trabajo por mí, resumiendo claramente las ventajas de este equipo: cámara, pantalla y batería, aunque como luego veremos, hay más. ¿Había gustado este nuevo teléfono? Aunque no es muy fiable, siempre empleo el ‘termómetro’ de la Apple Store y los stocks: al principio, había disponibilidad en tiendas y en línea, pero en pocas horas los plazos se estiraban. Tras dos o tres días, ya no se podía elegir modelo en tienda física (en un radio de unos 500 kilómetros en España) y, pasado este tiempo, el stock se terminó. Vaya, parece que sí había gustado…
Lo que se ve, lo que no se ve
Así las cosas, la moneda cayó del lado que me temía y al final me compré el iPhone 11 Pro, descartando el Pro Max, una decisión de la que después (creo que) me arrepentí. Con el terminal ya en la mano, no podemos dejar de hablar de lo sencilla que es la transición de un iPhone a otro: si ya la has hecho antes, sabes que el nuevo iPhone detecta al viejo y si usas iCloud para los respaldos, en unos pocos minutos te ves usando el nuevo teléfono sin ningún tipo de inconveniente. Y es, con el iPhone 11 Pro ya en la mano, donde empiezan las sensaciones agridulces: la experiencia de uso es inmejorable, como luego comentaré, pero dando la vuelta al dispositivo y salvo las lentes, se tiene invariablemente la sensación de tener siempre el mismo iPhone. Ojo, porque esto que muchos podemos ver como inconveniente, es en realidad una sólida victoria para Apple: no se pierde ni un ápice en la experiencia de uso.
¿En qué apartados se percibe el cambio?
Con el iPhone 11 Pro resulta casi imposible sacar una foto mala.
Cámara de fotos
Vaya por delante que me considero un absoluto ignorante en la materia y ya el iPhone XR, para mis necesidades, tomaba unas instantáneas de una calidad que sobrepasaba mis expectativas. Este desconocimiento, en realidad, supone una ventaja también porque los de Cupertino atienden con este modelo a dos perfiles de usuarios: el mío, el amateur aficionado, y el «profesional», o aquel que aprecia un nivel de fotografía superior a la media. ¿Por qué es este dato importante? Porque con el iPhone 11 Pro resulta casi imposible sacar una foto mala y ese es el mejor análisis que se puede hacer de una cámara en un teléfono, y esta frase no es gratuita.
Si uno es un absoluto pagano en el terreno de la fotografía, como es mi caso, verá ampliadas las posibilidades de uso del iPhone en este terreno, con el espectacular “Modo noche” y unas fotos con el popular bokeh del modo Retrato que simplemente te dejarán boquiabierto. Apple ha llevado a cabo un admirable trabajo en la parte del hardware (pese a la discutible tripofobia), pero es todavía más llamativo el esfuerzo hecho en lo que toca al software. Con la cámara del iPhone 11 Pro y tras una suave curva de aprendizaje, con un solo dedo podrás escoger los modos a la hora de disparar y la edición es igual de sencilla, sabiendo, además, que un disparo bajo cualquier condición, tendrá como resultado una foto impecable. Y te aseguro que he probado todo tipo de «maldades» en este terreno.
Pantalla y batería
La pantalla resulta excepcional y bajo cualquier condición lumínica.
La cámara del iPhone 11 Pro ya es, de por sí, un único argumento de venta para este modelo de teléfono, pero Apple nos recordó que la pantalla era también excepcional, y de hecho, ha sido calificada por DisplayMate como la mejor del mercado en este momento. Y era verdad. Si bien la cámara no era, por mis necesidades, un argumento de cambio, la pantalla sí porque ansiaba volver al OLED y su nitidez de colores. La pantalla resulta excepcional y bajo cualquier condición lumínica, y dicen que es en parte responsable del otro gran argumento de ventas del iPhone 11 Pro: su inagotable batería. Personalmente, no he notado una mejora espectacular sobre el iPhone XP, pero es que la batería de éste era ya excepcional.
¿Merece la pena el iPhone 11 Pro?
Con el iPhone siempre tengo la sensación de que sucede algo: nunca te arrepientes de la compra de un modelo superior. Con todo, se trata de un precio muy elevado por unas mejoras al más alto nivel que para muchos serán excesivas: esto es, con el iPhone 11 (e incluso, con el iPhone XR) el rendimiento y la experiencia de uso son ya sobresalientes. Pero si te lo puedes permitir y quieres darte un buen capricho, el iPhone 11 Pro en todos sus sabores te va a dejar impresionado por su excepcional rendimiento. Si quieres un símil culinario, el iPhone 11 es el equivalente a un gran restaurante mientras que el iPhone 11 Pro eleva la categoría a una estrella Michelin.