En varios países del mundo, la opción de comprar vehículos usados es una de las chances más comunes para obtener automóviles buenos, más baratos y aunque no son último modelo, en excelentes condiciones para enfrentar las carreteras.
Ese racionamiento hizo un usuario de Fremont, California, que adquirió un Model S 2017 de Tesla en un concesionario, que a su vez lo había adquirido en una subasta a finales de 2019.
El único problema que tenía el auto y que era sabido por el concesionario y el comprador, era una falla en la pantalla de la consola central, pero se le ofreció la opción de Autopilot mejorado y la autoconducción completa de Tesla (FSD);a un precio de $8,000 dólares.
El concesionario adquirió el vehículo un 18 de noviembre de 2019, pero en diciembre, Tesla realizó una actualización remota del software del Model S, dejando inhabilitada el piloto automático y la autoconducción.
Algo que después en una declaración al momento de la venta no deja establecida la marca de Elon Musk.
El comprador pide reparación y desde el servicio al cliente de Tesla le contestan lo siguiente:
«Tesla ha identificado recientemente instancias de clientes que se configuraron incorrectamente para versiones de Autopilot que no pagaron. Desde entonces, se realizó una auditoría para corregir estas instancias. Su vehículo es uno de los que se configuró incorrectamente para Autopilot. Revisamos su historial de compras y, desafortunadamente, la conducción autónoma no era una característica que había pagado. Nos disculpamos por la confusión. Si todavía está interesado en tener esas características adicionales, podemos comenzar el proceso para comprar la actualización».
Esto contradice la compra del usuario, que pagó los $8,000 dólares con el Autopilot mejorado y la autoconducción completa.
El mismo comprador hizo varias cotizaciones con otros concesionarios, sacando características de un Tesla para ver cuánto costaría, y claramente bajaron los montos.
Lo éticamente cuestionable, es que la empresa en este caso se desligó de la responsabilidad y endosó la culpa al concesionario que compró en subasta el auto, advirtiendo que ellos deberían haber sabido que una actualización de software podía quitar esas características y que ellos debieron advertir al usuario.
Claramente, una cadena de errores donde perdió como siempre el cliente.