Alaka’i Technologies se llama la última empresa emergente que se une a la larga lista de desarrolladores de vehículos voladores. Su más reciente producto, denominado Skai, se vislumbra como un taxi volador o una furgoneta de reparto. Lo que lo diferencia esta creación de toda la industria es su fuente de energía: las células de combustible de hidrógeno.
«Es la forma de energía más limpia disponible en el planeta», afirmó a Digital Trends el doctor Bruce Holmes, miembro de la junta de Alaka’i, sobre la elección, explicando que muchos de los diseños de la competencia usan baterías, pero la suya es una opción de menor impacto ambiental y mejor rendimiento.
Las células de combustible tienen una densidad mucho mayor que las baterías, agregó, lo que significa que pueden almacenar más energía en un volumen determinado. Eso permite una reducción de peso sin sacrificar el rango de autonomía del vehículo.
Las celdas de combustible de Skai también son reciclables en un 99 por ciento, no usan los metales de tierras raras que se encuentran en las baterías de iones de litio y tienen una vida útil de décadas, especificó Holmes. El reabastecimiento de combustible también es más rápido que recargar una batería, pues se efectúa en menos de 10 minutos.
Se ha promocionado el largo alcance y los rápidos tiempos de reabastecimiento de combustible como ventajas de los autos con células de combustible de hidrógeno, pero la producción y distribución de este elemento han resultado problemáticas.
Alaka’i obtendrá su hidrógeno de fuentes renovables, como energía eólica, solar e hidroeléctrica, dijo Holmes. En lugar de construir una red de estaciones permanentes de abastecimiento de combustible, planea repostar sus Skai en camiones, de manera similar a la forma en que los aviones se repostan en la pista de los aeropuertos. Eso elimina un importante dolor de cabeza en la infraestructura que actualmente afecta a los fabricantes de vehículos terrestres con celdas de combustible.
Las celdas de combustible del Skai proporcionan energía a los motores eléctricos que giran seis rotores. Esa configuración le da al vehículo la apariencia de un dron gigante, lo cual suena muy apropiado si consideramos que la firma planea desarrollar una versión autónoma después de lanzar el modelo inicial pilotado por humanos.
El Skai tiene espacio para cuatro pasajeros y un conductor, y Alaka’i apunta a una capacidad de carga útil de 1,000 libras (454 kilos) y una velocidad máxima de 118 mph (190 kph). De acuerdo con Alaka’i, con un tanque lleno de hidrógeno, el Skai debería tener un alcance de 400 millas (644 kilómetros) o aproximadamente cuatro horas de vuelo.
La compañía ha pensado en cuatro usos principales planeados para el Skai. Una versión Cab para pasajeros será utilizada como un taxi volador, similar a lo que Uber y muchas otras compañías han propuesto. El modelo Cargo se utilizará como una furgoneta voladora para las entregas de «última milla», llevando los paquetes a distancias cortas hasta sus destinos finales. La unidad Med estará dirigida a equipos de emergencia, mientras que la Craft se diseñará para su uso como transporte personal, ya sea a través de ventas a propietarios individuales o mediante servicios compartidos.
Al escuchar la frase «aeronave propulsada por hidrógeno», es probable que muchas personas piensen en el «Hindenburg». Sin importar la fuente de energía, una aeronave que pasará la mayor parte del tiempo volando sobre áreas pobladas necesita extremar sus medidas de seguridad.
Holmes afirma que el Skai puede continuar volando incluso si pierde un rotor y puede realizar un aterrizaje de emergencia después de perder dos de ellos. El sistema de celdas de combustible de hidrógeno es «triplemente redundante», según un comunicado de prensa, y el vehículo está equipado con un paracaídas.
El Skai debe completar la certificación de la Administración Federal de Aviación (FAA) antes de que pueda entrar en producción. Alaka’i pretende completar ese proceso para 2020, señaló Holmes. Si puede superar ese obstáculo, aún enfrentará la competencia de otras startups, así como compañías establecidas de aviación como Rolls-Royce y Bell Helicopter, todas las cuales aspiran a llenar los cielos de taxis voladores.