Las hostilidades en el este de Europa sumaron un nuevo y anecdótico capítulo. Esta vez no hubo disparos ni violencia, sino que una silenciosa y tecnológica venganza.
Así lo demostraron conductores rusos que se acercaron a cargar sus automóviles eléctricos a las estaciones de la firma local Rosseti, cuyos principales componentes son entregados por un proveedor ucraniano.
La situación ocurrió en la autopista M11, que comunica las ciudades de Moscú y San Petersburgo. Cuando los propietarios quisieron repostar, se encontraron con que la electrolinera había sido hackeada, según admitió Rosseti.
Por medio de una licitación abierta, las estaciones de carga fueron adquiridas en 2020 a la firma local Gzhelprom. Sin embargo, elementos como el software fueron desarrollados por la ucraniana AutoEnterprise, cuyos empleados terminaron por sabotearlas tras la invasión decretada por el presidente Vladímir Putin.
Situada en Járkov (Kharkiv), una de las ciudades bombardeadas por las fuerzas rusas, fue la propia firma la que confirmó el hackeo. En su página de Facebook publicó un video que muestra las electrolineras fuera de servicio y desplegando en sus pantallas varios mensajes.
“Putin es una m…” y “Gloria a Ucrania. Gloria a los héroes” fueron algunas de las consignas que los activistas les dejaron como recados a los impotentes conductores del país vecino.