Para ser un fabricante de automóviles relativamente joven, Hyundai le apuesta con fuerza a la nostalgia. A principios de este año, el fabricante coreano presento una restauración de su antiguo hatchback compacto Pony, modernizado y convertido en vehículo eléctrico. Ahora presenta una restauración modificada similar de la primera generación del Grandeur, su sedán grande de los ochenta.
En 1986, cuando el Grandeur fue presentado al mercado, Hyundai era el fabricante para personas con presupuestos limitados. Su alineación estaba compuesta casi en su totalidad por versiones de modelos Ford y Mitsubishi. El Grandeur, por ejemplo, llegó en 1986 como una versión con emblemas Hyundai del Mitsubishi Debonair en reemplazo del Hyundai Granada, una versión del Ford europeo del mismo nombre.
Hoy, estos ejercicios de restauraciones modernizadas son una manifestación de la enorme confianza en sí mismo que Hyundai tiene como fabricante de vehículos. Ya que demuestran que, después de 54 años de progreso (Hyundai fue fundada en 1967), es capaz de tomar modelos de su ignominioso pasado y convertirlos en atractivas máquinas del futuro.
Después del Pony eléctrco, el Grandeur es el segundo concepto de la Heritage Series de Hyundai. Los diseñadores mantuvieron intacta la carrocería rectilínea del Grandeur de 1986 pero reemplazaron los faros y demás ópticas por elementos modernos en led de pixeles múltiples, y la parrilla por una unidad de diseño más simple. Estos cambios estuvieron inspirados en los diseños rectangulares que dominaban la escena automotriz de los años ochenta. Nadie confundiría el resultado con un modelo nuevo, pero da incontables motivos para llamarlo interesante y atractivo.
A diferencia del exterior meramente modernizado, la cabina fue reinventada por completo, lo cual se logró sin hacer uso de los temas de diseño de los vehículos de lujo actuales, sino a través de una interpretación de los diseños de los ochenta, con los materiales y colores de la época.
Los asientos están forrados en terciopelo vino tinto, un material y color no visto en la cabina de un automóvil en los últimos 30 años. Los respaldos de las butacas delanteras están tapizadas en cuero y el vehículo fue dotado de ingeniosos espacios de almacenamiento. El sistema de audio de 18 parlantes y dos subwoofers se maneja mediante un pantalla táctil que muestra controles que se asemejan a las teclas de un piano.
Los paneles de las puertas fueron revestidos de cuero negro, con tiras de luz ámbar que dotan a la cabina de un resplandor cálido y acogedor, y que junto con los espejos infinitos con pixeles múltiples led en el techo logran un efecto general que recuerda a los clubes nocturnos de la época.
El tablero de instrumentos y controles fue dotado de una serie de pantallas en reemplazo del cuadro de instrumentos y para servir como interfaz para el sistema de infoentretenimiento. Esas pantallas lucen bien integradas al diseño original, quizá debido a la horizontalidad que prevalece en el mismo, una de las claves de diseño de cabinas dominante en los años ochenta.
Hyundai no ofreció detalles del tren motriz del Grandeur restaurado, pero aseguró que es eléctrico, lo cual es casi obligatorio cuando se trata de vehículos restaurados por sus propios fabricantes. Pero eso no es importante en un vehículo cuyas oportunidades de ser producido son nulas. Lo interesante del Hyundai Grandeur Heritage Series es lo atractivo que resultó el ejercicio, algo que podría indicar la ruta de diseños futuros del fabricante.