Aunque se trate de la misma marca e igual modelo, distinguir un auto de carrera de uno de calle es fácil. Los números y las calcomanías de los patrocinadores son el primer indicio. Pero debajo de la carrocería, ¿qué diferencia realmente un vehículo de competición del que sirve para ir de compras?
Tal como Toyota, Hyundai y Ford lo hacen en el Mundial de Rally, Acura desarrolló una versión competitiva de su NSX, aunque para la pista. Para explicar los principales matices, la marca de lujo Honda le confió el volante (y el micrófono) al piloto Trent Hindman.
El ejemplar homologado para la calle utiliza un motor V6 de 3.5 litros, tres propulsores eléctricos y una transmisión de doble embrague de nueve velocidades. La fórmula envía 573 caballos de fuerza y 476 libras-pie (645 Nm) de torque a las cuatro ruedas.
Por exigencias reglamentarias, el carro que participa en el IMSA WeatherTech SportsCar Championship no puede contar con un tren de potencia híbrido ni tracción total. Por eso, el GT3 Evo solo se quedó con el bloque gasolinero. Ligado a una caja de doble embrague y seis velocidades, produce 550 hp y 475 lb-ft (644 Nm) al eje posterior.
La casa nipona afirma que el NSX estándar alcanza más rápido las 60 mph (97 kph) que su hermano de pista. En el video preparado por la marca, Hindman registra 2.9 segundos en el primero y 4.3 segundos en el segundo.
Según expuso el deportista, el auto de carrera no fue diseñado para arrancar de cero. Además, utiliza un tercer pedal, el de embrague, lo cual le da al conductor un poco más de trabajo al cambiar de marcha.
En los frenos, el privilegiado sigue siendo el mismo. La unidad homologada tiene un sistema bastante más sofisticado, pues está disponible con discos cerámicos de carbono, prohibidos en la categoría automovilística. Para compensar la menor eficiencia de los discos normales fabricados en acero, la firma desarrolló conductos de refrigeración adicionales y un sistema antibloqueo (ABS) específico.
El NSX GT3 Evo también tiene características impensadas para un automóvil convencional, desde su carrocería de fibra de carbono hasta la absoluta ausencia de elementos de confort, que le permiten perder alrededor de 950 libras (431 kilos).
Su imponente alerón trasero y su difusor le otorgan 500 por ciento más de carga aerodinámica que el auto de calle, lo cual que le da un mayor agarre en la pista. Eso le permite dar la vuelta al Mid-Ohio Sports Car Course 9.5 segundos más rápido que su símil de calle.
Tanto el NSX estándar como el GT3 Evo están construidos en la misma fábrica de Ohio. Pero mientras el primero cuesta $157,500 dólares, el segundo tiene una etiqueta de $525,000.