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Qué es doomscrolling y por qué debería importarte

Olas de calor insoportable en el hemisferio norte. Lluvias torrenciales y frío en el Sur. La guerra en Ucrania no cesa, e incluso se transforma en otro conflicto interno ruso. La clase polític a no parece estar a la altura, y la ciudadanía pasa de estar indignada a estar abúlico… No nos vamos a engañar: el panorama mundial actual no invita al optimismo, eso está claro: pero de ahí no poder dejar de absorber noticias negativas, hay un trecho.

De eso justamente se trata el denominado doomscrolling: pasar demasiado tiempo revisando noticias que solo hablan de lo mal (o pésimo) que van las cosas.

Basta con revisar Google Trends para visualizar cómo se popularizó este término. Fue en noviembre de 2020 cuando la palabra alcanzó sus niveles máximos de búsqueda en Estados Unidos, es decir, ocho meses después de la alerta del organismo de salud internacional.

Mujer joven con expresión de preocupación mientras revisa su celular.
Ivan Pantic/Getty Images

Es verdad. ¿Quién no se vio en el tiempo de encierro en una navegación obsesiva por un sinfín de artículos o publicaciones negativas que, lejos ofrecer herramientas para tomar decisiones, provocaban sentimientos de impotencia o tristeza? A pesar de que es posible reconocer esta actitud (o doomscrolling, por tratar de dar una definición adelantada), ¿quién ha dejado el celular para tomar una breve caminata o leer una novela? El confesionario está abierto.

¿Qué es el doomscrolling?

En una entrada de 2020, en su sección “Words We’re Watching”, el diccionario Merriam-Webster explicó que doomscrolling y doomsurfing son términos que se refieren a la tendencia de seguir navegando por malas noticias, a pesar de que sean tristes, desalentadoras o deprimentes. “Muchas personas se encuentran leyendo continuamente malas noticias sobre COVID-19 sin la capacidad de detenerse o dar un paso atrás”, se lee en la publicación.

Doomscrolling ha prevalecido porque el consumo de artículos o reportes se da en la actualidad desde la palma de la mano, desde el teléfono inteligente, en el cual el gesto de scroll (desplazamiento en vertical en el display) es necesario para ir de una sección a otra. Doom —el otro componente del vocablo— se podría reducir a “perdición” o “fatalidad”.

Si se quiere marcar su origen en internet, por lo menos se tiene que ir a 2018, cuando @Callamitys publicó un tuit en el que mostraba su intención de tomarse un descanso del doomscrolling.

Taking a break from doomscrolling and being inundated with things and stuff. I'll be back tuesday or something. Here's a thing I'm making. pic.twitter.com/0TGkaFF9M2

— callamity (@Callamitys) October 7, 2018

Aun así —con todos los años que ha estado circulando en lo digital—, Google dijo que se buscó más que nunca en todo el mundo en 2021. “Consiste en dedicar una cantidad excesiva de tiempo a leer noticias negativas en redes sociales en momentos difíciles”, manifestó la firma en otro intento por conceptualizar el término.

Terreno del doomscrolling

¿Son los momentos difíciles o los tiempos convulsos el terreno perfecto para el doomscrolling? Así como parece inevitable ignorar una notificación entrante en el celular, también resulta casi imposible no querer enterarse del avance de COVID-19 o la guerra de Rusia en Ucrania, lo que conlleva a revisar numerosos artículos que “aparecen” en los distintos feeds.

Esa seguridad que proporciona el estar informado se combina con el algoritmo que cada uno lleva en sus dispositivos, lo que da como resultado una lista de publicaciones (con malas noticias) que enganchan, efectivamente, al grado de pasar más tiempo del que se debería frente a la pantalla.

De acuerdo con la BBC, estudios recientes corroboran el vínculo de la ansiedad y la depresión con el consumo de información relacionada con COVID-19 y el aumento del tiempo que se pasa en los smartphones.

Pamela Rutledge, directora del Media Psychology Research Center con sede en California, declaró a la publicación que el doomscrolling únicamente describe la necesidad compulsiva de las personas de tratar de obtener respuestas cuando tienen miedo. “Estamos biológicamente impulsados a atender eso”, acotó.

Hombre viendo su celular
Morsa Images

No menos importante es que el periodismo juega con esa necesidad, en especial con titulares que buscan llamar la atención de los lectores a toda costa, en opinión de la directora.

Tampoco se puede ignorar todo el impulso que tuvieron las distintas teorías de la conspiración durante la emergencia sanitaria, sustentadas en el argumento del supuesto poder que se tiene de conocer cierta información que otras personas desconocen.

En otras palabras, el doomscrolling sí lo tiene todo para seguir germinando, como el tiempo de los usuarios, la accesibilidad de los artículos en distintas plataformas y, sobre todo, una situación inédita —ya sea la emergencia sanitaria o la guerra en Ucrania— que motiva a querer estar informado de forma constante. Sin embargo, también se le puede revertir.

Un alto al doomscrolling

Una persona practica yoga en la sala de su casa con una de las mejores aplicaciones para meditar
Imagen utilizada con permiso del titular de los derechos de autor

El sitio Happiful, dedicado a compartir historias sobre salud mental, da una serie de recomendaciones para atacar ese circulo vicioso que puede ser el doomscrolling, desde buscar actividades que hagan sentir positivo a cada uno hasta establecer tiempos para revisar el teléfono.

  • Hacer las mañanas sagradas. Parece algo común revisar el celular luego de que suena el despertador, sin embargo, ¿qué pasaría si esos primeros minutos se ponen como libres de internet? ¿No sería más benéfico utilizarlos para meditar, por ejemplo?
  • Establecer un tiempo para revisar el teléfono. No por el hecho de que esté siempre al alcance, en el escritorio o en el bolsillo, quiere decir que se deba encender sin control. Sin considerar las mañanas temprano y antes de acostarse (si es posible), lo mejor es establecer ciertos momentos del día para echarle un ojo al teléfono, como en el almuerzo o después de acostar a los niños. Y, para que el doomscrolling no se haga presente, es conveniente asignarle a esta actividad lapsos de 20 o 30 minutos.
  • Saber cómo se siente cada uno. No es una cosa sin importancia el preguntarse cómo se siente cada uno con más frecuencia (y más cuando se identifica esa necesidad compulsiva de revisar el móvil). Se recomienda la mañana para eso, pero cualquier momento es bueno, en realidad. ¿Es aconsejable un diario con el propósito de procesar esos sentimientos? Sí, al igual que la meditación u otra herramienta (sea cual sea, solo es imprescindible recurrir a ella a menudo).
  • Usar la técnica de “alto”. Si de pronto se cae en el círculo del doomscrolling, lo mejor es decir en voz alta: “¡Alto!”, dejar el celular, mover el cuerpo e ir a otra habitación (lo que cambiará el estado físico). Lo que sea para volver al aquí y al ahora.
  • Encontrar una actividad que reemplace al doomscrolling. ¿Qué tal retomar o empezar un libro? ¿O llamar o textear a un amigo para saber cómo se encuentra? La idea es encontrar algo que dé la sensación de bienestar, con la intención de que se convierta rápidamente en un pasatiempo o un hábito positivo.
  • Visitar sitios edificantes. Lo mejor es hacer una lista de aquellas páginas o redes sociales que ayudan a sentirse más positivo, con la promesa de visitarlos de manera regular. Se deben ver como un “antídoto” cuando la desesperanza se presente y se necesite un empujón.

Limitar el doomscrolling es una manera de tomar el control, aunque está bien admitir si se requiere de más ayuda, como recurrir a un profesional con el fin de explorar los pensamientos y sentimientos en un ambiente seguro, concluye Happiful.

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