A mucha gente le gusta coleccionar videojuegos físicos y tenerlos ordenados en una biblioteca, pero otros prefieren simplemente descargar los juegos y disfrutarlos de manera digital, y por lo visto, este último sería el método definitivo del futuro. Por un lado, los juegos digitales son más fáciles de conseguir que las versiones físicas (incluso a veces son más baratos) y por otro, se trata de una movida que ayudaría a combatir el cambio climático.
La industria de los videojuegos es una de las más grandes del planeta. Pero como era de esperar, eso conlleva un coste sustancial para el medio ambiente. Según un estudio de 2018 titulado Console Carbon Footprint, que analizó la sostenibilidad de las consolas de juegos, concluyó que hay dos factores dañinos: la producción en masa de productos físicos que se envían a jugadores de todo el mundo y la falta de eficiencia energética en las consolas.
Una parte sustancial del uso de energía de las consolas está determinada por el procesamiento de gráficos, y todos estos aparatos poseen una unidad de procesamiento de gráficos (GPU), la cual crea las imágenes brillantes y coloridas que vemos en la pantalla. Las consolas con GPU más grandes son menos eficientes energéticamente, lo que quiere decir que se generan más emisiones de carbono cuando se juega con regularidad.
Por otro lado, según el estudio la producción de copias físicas de los juegos emite más de 20 veces las emisiones de CO2 de las descargas digitales. Entonces, los jugadores pueden reducir su huella de carbono en 95.6 por ciento al elegir descargar un juego en lugar de comprar una copia en una caja.
Esto se debe a que un juego físico emite 0.39 kg de CO2 equivalente con su fabricación, mientras que las descargas digitales solo producen 0.017 kg. La mayor huella de carbono de los juegos físicos tiene que ver con los materiales utilizados en la producción, como el policarbonato de aluminio en los discos, los plásticos de polipropileno y polietileno en la caja, y el papel brillante impreso de la cubierta y el folleto que va dentro. Asimismo, hay que considerar todo lo que conlleva trasladar estos artículos físicos, como camiones, barcos de carga y aviones.
En palabras simples, fabricar un disco y mandarlo en su caja a algún lugar del mundo crea más emisiones de gases de efecto invernadero que enviar bits a través de un cable de cobre.
Por fortuna, en años recientes los jugadores han pasado de los juegos físicos de consola a su equivalente en línea. Y como resultado se ha generado una enorme comunidad donde los usuarios pueden jugar entre sí con una conexión remota.
De acuerdo con Euronews, la industria de los juegos experimentó un aumento significativo en las descargas digitales en 2019, que representó 83 por ciento de todas las ventas de juegos de dicho año. Asimismo, en Reino Unido las ventas físicas de videojuegos se redujeron a poco menos de 20 por ciento.
Ahora, las descargas digitales también utilizan mucha energía durante el proceso de descarga, pero luego solo consumen la energía de la consola una vez que juegas. Por otro lado, los juegos en la nube (cloud gaming) usan una menor cantidad de energía, aunque esta se consume durante todo el tiempo de juego, lo que significa que las emisiones pueden ser muy altas si juegas durante mucho tiempo.
Entonces, ¿qué es mejor para el planeta, descargar juegos o jugarlos en la nube? Si el tamaño del título es pequeño (incluyendo los parches) y lo jugarás por mucho tiempo, como Rocket League, es mejor descargarlo digitalmente. Pero si el total de descargas de archivos del juego es muy grande y el juego es corto, como una demostración de 35 GB que dura dos horas, la mejor opción es probarlo en la nube.
En resumen, si consideramos que descargar juegos consume energía (lo que produce CO2e), siempre que sea posible puedes evitar descargar un juego de 90 GB solo para arrepentirte y eliminarlo de su disco duro antes de jugarlo. Es como evitar hervir una tetera llena solo para no usar el agua después.
¿Y qué hay del lado de la industria de los videojuegos? Según las recomendaciones recopiladas por Eurogamer —basadas principalmente en Evan Mills, quien estuvo detrás del estudio Green Gaming: Energy Efficiency without Performance Compromise— algunas de las medidas que puede tomar la industria para combatir el cambio climático son:
- Aplicar en el campo de los videojuegos estrategias de política energética de uso prolongado, “incluyendo el etiquetado energético, la información y educación del consumidor, las calificaciones voluntarias, un software mejorado y la investigación y desarrollo del fabricante”.
- Habilitar una comunidad “hazlo tú mismo” que utilice herramientas de diseño basadas en la web como PCPartpicker. Esto con el fin de “ayudar a los usuarios a estimar el uso de energía de los sistemas que se están ensamblando y recomendar componentes o diseños más eficientes, lo que ayuda a los consumidores a evitar cuellos de botella (por ejemplo, aquellos que desperdician la energía de ciertos componentes)”.
- “Trabajar con los desarrolladores de juegos para crear títulos que demanden menos energía para lograr las experiencias deseadas”.
- Cuando la tecnología lo permita, hacer que productos como demostraciones y pruebas beta estén disponibles para ser transmitidas desde la nube en lugar de hacer que sean una descarga. Esto podría reducir mucho el desperdicio, ya que estos productos solo ofrecen unas cuantas horas de juego.
- Finalmente, se sabe que a una empresa le conviene vender hardware nuevo cada año, ya sea una actualización de la tarjeta gráfica, un monitor más grande o una consola ligeramente mejorada. Pero estas deberían cuestionarse si esas actualizaciones son realmente necesarias en el contexto del cambio climático, porque la fabricación, envío y eliminación de hardware produce gases de efecto invernadero.
Las empresas de videojuegos tienen gran responsabilidad, pero cada uno de nosotros puede contribuir al cuidado del planeta cuestionándose lo mismo. Podemos observar nuestro equipo y la energía que usamos y preguntarnos si, por ejemplo, realmente es necesario que actualicemos cierta pieza de la computadora cada año.
“Nadie cree que su uso de energía y sus emisiones sean lo suficientemente importantes como para preocuparse”, dice Evan Mills. Pero lo son, “los videojuegos importan”, concluye el investigador.