Un estudio publicado en la revista Paleobiology revela que, de 202 fósiles de cráneos de tiranosaurios, 60 por ciento de los ejemplares adultos mostraba marcas de dientes.
La altura de estas cicatrices y el espaciado de las marcas de los dientes muestra a los investigadores del Museo Royal Tyrrel en Alberta, Canadá, que estas mordeduras eran provocadas por otros tiranosaurios.
Los científicos señalan que estas heridas no eran mortales y que la mayoría cicatrizaron. También explican que dichos dinosaurios realizaban este tipo de heridas para imponerse sobre los otros machos y así lograr aparearse.
Si bien los machos parecían ser más propensos a este tipo de lesiones, en los restos de algunas hembras también se han hallado estas heridas, lo que hace pensar que las pudieron haber recibido mientras defendían algún territorio en particular.
“Se desconoce el motivo que llevaba a que se mordiesen la cabeza, pero podría estar relacionado con la competencia por el territorio, los recursos o el apareamiento, como rituales de cortejo”, explican los autores.
“La idea también está respaldada por otras investigaciones. Ya se han encontrado otras veces dientes de su propia especie incrustados en cráneos, lo que sugiere que las especies a veces luchaban entre sí”.
De acuerdo con la orientación y ubicación de los patrones de mordida, los investigadores han concluido que los tiranosaurios se situaban uno al lado del otro cuando estaban listos para la lucha. Así podían balancear la cabeza de un lado a otro e intentar agarrar el cráneo o la mandíbula inferior con los dientes.