Las subastas millonarias de copias originales de juegos retro están bajo la lupa. Y no solo por los montos que se están pagando, sino porque un reportaje acusa que detrás del alza en los precios en los últimos años hay estafas y graves conflictos de interés.
El reportaje publicado en YouTube por Karl Jobst acusa a un grupo de empresas de coludirse para inflar de manera artificial los precios de los videojuegos que se subastan y así obtener el máximo de dividendos. Una de esas empresas es Heritage Auctions, que se dedica a llevar a cabo las subastas, mientras que la otra es Wata Games, que opera como una suerte de agencia calificadora.
Esta última se encarga de evaluar el estado de un producto de colección —en este caso, un videojuego— y darle una calificación de acuerdo a una serie de criterios. Según esta calificación es el precio al que se puede vender el producto.
Jobst acusa que los precios de los videojuegos retro comenzaron a subir de manera progresiva justo después de la creación de Wata Games, en 2018, pues una copia de Super Mario Bros. subastada en 2017 por $30,000 dólares se vendió en abril de 2021 por $660,000 dólares y luego, en agosto de 2021, se volvió a vender pero ahora por $2 millones de dólares.
Además, se revela una situación por lo menos curiosa respecto a la relación entre la casa de subastas y la agencia calificadora. Uno de los fundadores de Heritage Auctions, quien a su vez es asesor de Wata Games, adquirió en 2017 una copia de Super Mario Bros. por la suma de $100,000 dólares. La casa de subastas anunció dicha adquisición en su sitio web como un récord, asegurando además que el coleccionismo estaba en auge y que los precios seguirían al alza.
El autor del reportaje resume la situación al decir que “el dueño de una casa de subastas compra un videojuego por un precio récord y luego lanza un comunicado de prensa sobre esa compra en el que se cita a sí mismo y al presidente de la agencia calificadora, asegurando que el precio de los juegos seguirá subiendo”.
Y si estos precios suben, ambas compañías ganan dinero. Wata Games cobra un porcentaje que depende del valor del videojuego que califica: si un juego cuesta $1 millón de dólares, la empresa asegura $20,000 dólares. Heritage Auctions, por su parte, cobra un 20 por ciento del precio final de la subasta al comprador y 5 por ciento al vendedor.
Ambas compañías han refutado el reportaje, pues aseguran que no han hecho nada ilegal y que las acusaciones no tienen base alguna. Pero esto plantea serios cuestionamientos al mundo del coleccionismo, que poco a poco empieza a dejar de lado a los verdaderos coleccionistas y su lugar lo empiezan a tomar inversores que poco interés parecen tener en los videojuegos como tal.