Conocido como “el caso chileno”, este término —aunque parezca demasiado específico o exagerado— ha servido para referirse a una serie de medidas irresponsables de varios países durante el manejo de la pandemia.
¿Cómo es posible que el país que lidera en América Latina el índice de vacunados en relación con su población ha sufrido un preocupante aumento en el número de contagios?
“Chile cometió un error crítico: su Gobierno alivió las restricciones a los viajes, los negocios y las escuelas demasiado pronto, creando una falsa sensación de confianza en que la pandemia había terminado. Este siempre ha sido mi miedo”, escribió en Twitter Eric Feigl-Ding, epidemiólogo y economista de la Universidad de Harvard.
Así, la postura de las autoridades andinas, junto con las de otros países, ha estado marcada por la ignorancia y la soberbia al momento de gestionar la crisis, lo cual ha repercutido en el número de contagios y fallecidos.
Una simple gripezinha
De nada sirvió que el propio Jair Bolsonaro resultara contagiado de coronavirus. El presidente de Brasil siempre ha mantenido una actitud irresponsable ante la pandemia al minimizar su gravedad al punto de compararla con una “gripecita”.
De hecho, en el peor momento de la emergencia en 2020, Bolsonaro convocaba a sus seguidores a eventos masivos donde repartía abrazos y besos efusivos a los asistentes, con lo que descuidaba las estrictas medidas de distanciamiento que otras naciones aplicaban.
El polémico jefe de Estado también desestimó la implementación de cuarentenas en varias ocasiones y, cuando lo hizo, lo más severo de la pandemia ya se sentía en su país.
Los gobernadores de los diferentes estados ignoraron la recomendación del presidente y decidieron decretar la aplicación de cuarentenas en cada uno de los territorios.
Si en Chile la aplicación eficiente de la vacuna generó una falsa sensación de seguridad entre la población, algo similar ocurrió en Brasil, pero a raíz de la postura relajada de Bolsonaro ante el COVID-19.
Los eventos masivos, donde no se han adoptado medidas sanitarias pertinentes, no han faltado. Incluso durante Semana Santa, donde el país sudamericano (altamente religioso) realizó varias actividades abiertas al público.
La terquedad del mandatario también ha tenido repercusiones en su propio gabinete, en especial en el ámbito sanitario. En este último año han sido cuatro los ministros de Salud que han formado parte del Gobierno, el último es un cardiólogo que reemplazó a un exgeneral del Ejército con escasa preparación en el ámbito de la salud, quien debió abandonar su puesto luego de que en una semana el país sudamericano registrara 12,000 decesos.
La demora de Johnson
Un caso similar al brasileño ha ocurrido en el Reino Unido, donde el primer ministro Boris Johnson también ha adoptado una actitud negligente ante la emergencia, pese a que también se contagió de coronavirus.
Los más críticos de la gestión del mandatario afirman que Johnson ignoró las recomendaciones de los científicos y la comunidad médica de adoptar medidas más severas ante la crisis.
El territorio británico perdió varios días valiosos debido a la negativa del primer ministro de declarar cuarentena; fue uno de los últimos países europeos en decretar el confinamiento, lo que habría originado un explosivo aumento de contagios.
La segunda ola ha golpeado de manera más violenta al Reino Unido, al punto de que su sistema sanitario se encuentra colapsado.
Junto con la demora en la aplicación de las cuarentenas, las autoridades tuvieron una actitud relajada ante los ingresos desde el extranjero y tardaron mucho tiempo en ordenar el cierre de las fronteras.
El país experimentó una suerte de relajo luego de que la primera ola pareció un poco más controlada, lo que incrementó el número de infectados. En ese momento, los encargados de administrar la crisis presentaron varios inconvenientes para realizar un rastreo efectivo de los brotes y los contagios.
De esta forma, la actitud soberbia de algunos mandatarios ante la pandemia ha causado estragos entre la población. Esto ha provocado un alto número de muertes y un sistema sanitario colapsado, precisamente en el momento más difícil de la crisis pandémica.