En diciembre de 2016, Elon Musk lanzó The Boring Company. La idea original era solucionar los problemas de tráfico urbano moviendo los autos a través de pequeños túneles.
Como una forma de crear conciencia y aumentar los fondos, Musk lanzó en 2017 una serie limitada de lanzallamas que recibieron el título de Not A Flamethrower, creados y diseñados por The Boring Company.
En ese entonces, la compañía aseguró que los dispositivos no podían “arrojar llamas a largas distancias encendiendo líquidos inflamables”, sino que servían más bien para actuar como “grandes sopletes de propano”.
Sin embargo, un artículo de TechCrunch revela los casos de clientes que adquirieron algunos de estos lanzallamas y que enfrentaron problemas con la justicia.
Algunos han visto cómo sus productos han sido confiscados por los agentes del orden, mientras que uno de ellos llegó a estar preso en una cárcel de Italia.
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“No es un lanzallamas”
Consciente de la polémica, Elon Musk ha reiterado en varias ocasiones que el lanzallamas es simplemente un juguete de entretenimiento.
De hecho, su nombre Not A Flamethrower nació como parte de una respuesta del propio Musk, casi anticipándose al escenario en que agentes aduaneros requisaran el dispositivo. Así, “no es un lanzallamas” debía ser la respuesta que entregarían los dueños de uno de estos polémicos accesorios.
El problema para Musk es que cada vez más delincuentes utilizan su “juguete” como un arma. Según el mismo artículo, en diciembre y enero de este año, efectivos policiales de Canadá realizaron incautaciones a distintas bandas criminales; entre las pertenencias hallaron los populares lanzallamas de The Boring Company.
Casos similares también han ocurrido en Estados Unidos.
First 1000 Boring Company Flamethrowers being picked up today! pic.twitter.com/hBMp5fGzAB
— Elon Musk (@elonmusk) June 9, 2018
La polémica ha motivado a un grupo de legisladores a patrocinar un proyecto que busca criminalizar la propiedad y el uso del lanzallamas.
“The Boring Company de Elon Musk lanzó un nuevo lanzallamas… sin ninguna preocupación por la capacitación de los compradores o sus razones para comprar”, señala el proyecto S1637.
“Este proyecto de ley establece que poseer y usar un lanzallamas es un acto criminal, a menos que se use para fines agrícolas, de construcción o de recolección histórica. Estos dispositivos peligrosos no deben venderse a civiles y su uso debe limitarse a profesionales capacitados”.
En total, The Boring Company fabricó 20 mil lanzallamas a un precio de 500 dólares cada uno. La compañía logró recaudar 10 millones de dólares, una exitosa campaña de marketing que ahora se ve envuelta en polémica.