La próxima generación de vacunas podría inhalarse a través de un dispositivo similar a los que se usan para el asma, sugieren los resultados de una investigación realizada por científicos del Rutgers Cancer Institute de la Universidad de Nueva Jersey, Estados Unidos.
Los investigadores probaron un sistema de administración de vacunas basadas en bacteriófagos, virus que atacan células bacterianas pero que son inofensivos para las humanas y que por décadas han sido utilizados como alternativas a los antibióticos. La prueba se realizó en ratones y primates no humanos, sin demostrar daño pulmonar.
Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Med y, según el coautor principal del estudio Wadih Arap, el mecanismo probado “permite una administración potencialmente más eficaz de terapias o vacunas, así como la reducción en la posibilidad de efectos secundarios tóxicos”.
Otra ventaja, apuntó, es que sería altamente eficaz para aplicar tratamientos dirigidos a evitar enfermedades respiratorias, como la COVID-19, debido a que la vacuna llega de manera directa al sitio donde se desarrolla la infección.
“Debido a que los pulmones están constantemente expuestos a patógenos del aire, es probable que tengan un alto nivel de actividad de defensa inmunológica, y por tanto, representan un sitio eficaz para la protección inmunológica contra los patógenos transportados por el aire”, añadió Renata Pasqualini, también coautora del estudio
La administración de vacunas inhaladas podría proteger contra los patógenos que causan enfermedades como la gripe, la tuberculosis, el ébola, el sarampión y por supuesto, la COVID-19.
Para probar la utilidad del mecanismo de transmisión, los expertos tuvieron que identificar un péptido capaz de llevar la vacuna basada en bacteriófagos a través del tejido pulmonar y hacia el torrente sanguíneo.
El péptido elegido fue CAKSMGDIVC y, tras probarlo en ratones y primates no humanos, se demostró una sólida respuesta inmune sin provocar daño pulmonar.
Los científicos de la Universidad de Nueva Jersey destacan que los hallazgos de su estudio podrían abrir paso a la administración de vacunas más económicas, tanto en su producción como en su almacenamiento.
A diferencia de las vacunas tradicionales basadas en virus atenuados, las desarrolladas con bacteriófagos no requieren cadenas de frío. este requisito es una de las dificultades logísticas para la aplicación de la vacuna de Pfizer contra la COVID-19.
El mecanismo de inhalación también podría dejar a las agujas de lado, temidas por muchos durante la aplicación de vacunas.
Los investigadores continuarán sus estudios en otro tipo de animales, sin embargo, señalan que sus hallazgos podrían tener aplicaciones clínicas en un plazo medio, como la administración de fármacos dirigidos a los pulmones.