Una de las características favoritas que los gamers encontraron en las consolas de nueva generación Xbox Series X y Xbox Series S son las unidades de estado sólido ultrarrápidas que hacen que los juegos cargan más rápido. Sin embargo, además de no ser infinito, su almacenamiento de hecho se termina rápido. Afortunadamente siempre hay algo que se puede hacer: en esta guía te explicaremos cómo aumentar el almacenamiento de la Xbox Series S y la Xbox Series X.
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Descuida, que nuestra guía comprende métodos más allá de gastar algunos cientos de dólares en la tarjeta oficial de Seagate para Xbox Series X y Xbox Series S, aunque eso sí, sobra decir que ese sigue siendo el método más adecuado, pues es una opción simple que se limita a conectarla a tu consola, y que también, garantiza un rendimiento y tiempos de carga muy similares a los del SSD de tu Xbox Series X o Series S.
Tarjeta de expansión Xbox Series S: ¿la mejor solución?
Tanto la Xbox Series X como la Xbox Series S integran una ranura especial en la parte trasera de la consola (donde conectas la fuente de poder y el cable HDMI) en la que puedes conectar la tarjeta de expansión oficial de Microsoft y Seagate.
Esta unidad viene con 1 TB de almacenamiento con especificación NVMe SSD, cuya velocidad de transferencia de datos es muy similar a la unidad SSD interna de ambos modelos de consolas.
La ventaja de esta tarjeta de expansión es que se integra con la arquitectura interna de la Xbox Series S y X, llamada Velocity. Esto significa que los juegos que han sido optimizados para ambas consolas pueden ejecutarse directamente desde la tarjeta de expansión, sin merma alguna de rendimiento y con tiempos de carga muy similares.
Por contrapartida, hay que considerar que, si bien esta solución oficial es la mejor alternativa en términos de rendimiento, es también la más cara: el precio de la tarjeta de expansión es de $219 dólares. Los motivos tienen que ver con la tecnología SSD, que aún sigue siendo más costosa que los discos duros tradicionales, y que Microsoft integró una solución interesante para equiparar la velocidad con la del SSD interno de la Xbox Series X/S.
Almacenamiento vía USB 3.1
Al igual que con la Xbox One, en la Xbox Series X y S es posible conectar unidades de almacenamiento más tradicionales y más baratas. Ambas consolas cuentan con puertos USB tipo A que, entre otras cosas, sirven para expandir la memoria interna con discos duros externos, discos SSD externos o incluso unidades tipo flash drives que cuenten con USB 3.1.
Es importante tener en cuenta lo que se puede y no se puede hacer mediante el almacenamiento vía USB, usando la siguiente tabla:
Tarjeta de expansión SSD oficial | Almacenamiento externo USB 3.1 | |
Juegos de Xbox Series X y S |
Almacenar y ejecutar | Solo almacenar |
Juegos de Xbox One optimizados para Series X y S | Almacenar y ejecutar | Solo almacenar |
Juegos de Xbox One no optimizados | Almacenar y ejecutar | Almacenar y ejecutar |
Juegos de Xbox 360 y Xbox original | Almacenar y ejecutar | Almacenar y ejecutar |
Una de las ventajas de conectar un disco o unidad de almacenamiento externa por USB a la Xbox Series X o S es que todos los juegos se pueden almacenar en la unidad, ya sean los que están optimizados para la nueva generación o bien los de generaciones anteriores. Por lo tanto, no será necesario estar eliminando juegos desde la consola y descargarlos de nuevo cuando se quieran volver a jugar, sino que bastará con solo moverlos de una unidad a otra en unos pocos minutos, dependiendo del tamaño del juego en particular.
¿Y el resto de juegos? Tanto los de Xbox One como los de las antiguas Xbox 360 y Xbox original pueden almacenarse y ejecutarse directamente desde las unidades externas, lo cual es una excelente alternativa para quienes tengan una gran biblioteca digital o para los que aprovechan al máximo Game Pass.
Discos duros externos
Los discos duros externos son la solución más efectiva en cuanto a costos. Una unidad de 1 TB como las de Seagate tienen precios que comienzan en $48 dólares, mientras que una de Toshiba de 4 TB cuesta alrededor de $90 dólares.
Este tipo de unidades, si bien usan tecnología mecánica, son una buena y conveniente alternativa ya sea para correr los juegos más antiguos o bien para almacenar los más nuevos sin tener que borrarlos una vez que no los queramos jugar más. Y es la más conveniente con el bolsillo, considerando que unidades de 4 TB pueden encontrarse por menos de $100 dólares y ofrecen tamaño suficiente como para olvidarse de tener que comprar otro en el mediano o incluso largo plazo.
Memorias SSD portátiles
Las unidades SSD portátiles cumplen la misma función que los discos externos tradicionales, pero la diferencia está en la tecnología de estado sólido que las hace mucho más rápidas. Asimismo, se trata de una opción algo más cara con precios que van desde los $80 dólares de la Samsung T7 de 500 GB, hasta el My Passport de 1 TB de Western Digital que cuesta $139 dólares.
Si bien estas unidades SSD son más rápidas en cuanto a lectura y escritura (lo que permite mover archivos de un lado a otro en menos tiempo), las funcionalidades que ofrecen son las mismas de los discos duros externos: solo se pueden ejecutar los juegos de Xbox One hacia atrás, mientras que los optimizados para Series X y S solo se pueden almacenar.
Entre la tecnología SSD también está la opción de una memoria interna tipo SATA III, las que se pueden conectar a la consola mediante un cofre USB. Una SSD SATA III de 1 TB como la GX2 de TEAMGROUP cuesta $80 dólares, mientras que la Blue 3D de Western Digital de 500 GB cuesta $54 dólares, a lo que hay que sumarle el precio del cofre que puede comenzar en $7 dólares como el modelo de ORICO.
Por último, también está la opción de conectar un USB portátil tipo pendrive (o memoria USB), siempre y cuando cumpla con la especificación USB 3.1 y tenga como mínimo 128 GB disponibles de espacio.