La Venus atrapamoscas (Dionaea muscioula) es, probablemente, la planta carnívora más famosa que existe.
Esta especie tiene la fascinante capacidad de encerrar y capturar a los insectos en un rápido y fatal proceso que históricamente ha asombrado a los investigadores.
Ahora, los científicos pueden conocer cómo esta planta consigue capturar a sus presas.
Hasta ahora se sabía que el cierre de una Venus se debía a dos estímulos, los cuales permitían que se activara la “trampa”.
Estas dos condiciones hacen referencia a que los pelos sensoriales al interior de esta trampa necesitan sentir el contacto de la presa dos veces en la región de la “boca” antes de cerrarse.
Ambos contactos deben ocurrir en un periodo de 30 segundos.
Si el espacio de tiempo entre el primer y segundo contacto dura más de 30 segundos, la Venus “olvida” el primer toque y no se cierra.
Esto llevó a la interrogante de cómo era posible que la planta “recordara” algo y de qué forma podía calcular el paso del tiempo, específicamente el transcurso de estos 30 segundos.
Antecedentes
En la década de los ochenta, investigadores alemanes propusieron que el cierre se producía por un incremento en los iones de calcio de la planta, lo cual, no obstante, nunca consiguieron probar.
Ahora, un estudio dirigido por el Instituto Nacional de Biología Básica de Japón descubrió una forma de visualizar las concentraciones de calcio intracelular dentro de la planta para ver si esta sustancia química podía sustentar el poder de la planta para “recordar” y “olvidar”.
Para conseguir esto se ayudaron de la bacteria agrobacterium, que es capaz de transferir genes a las plantas.
Después diseñaron en laboratorio Venus transgénica, equipadas con un sensor de calcio, una proteína que emite fluorescencia verde cuando se junta con el calcio.
Los resultados mostraron que cuando se tocaba por primera vez un cabello sensorial, comenzaba a brillar casi inmediatamente, con una onda de fluorescencia que después se extendía hacia el resto de la planta.
Esto revelaba el aumento temporal en la señalización del calcio.
«La excitación eléctrica de las células trampa se traduce así en un aumento en la concentración de calcio. Si aparece un potencial de acción adicional, su valor de calcio se agrega a la primera señal. Usando este reloj de calcio, la trampa de la Venus puede contar el número de potenciales de acción condicionados por estimulación táctil», explican los autores del estudio.
Al mismo tiempo, explican los científicos japoneses, que si no se siente otro contacto lo suficientemente rápido, esta concentración de calcio intracelular se disipa, lo que haría que la trampa se detenga.
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