Los países que cerraron antes sus fronteras y que aplicaron tempranamente cuarentenas obligatorias para su población sufrieron un menor número de muertes.
Esa es la conclusión de un estudio presentado este viernes 16 de octubre por el Centro de Estudios de las Ciencias Sociales de Berlín, Alemania (WZB).
“Hasta mediados de marzo de 2020, la OMS, la UE y las autoridades alemanas estaban convencidas de que el cierre de fronteras no frenaría la propagación del virus. Esta creencia estaba fatalmente equivocada”, argumenta Ruud Koopmans, profesor de la WZB.
“Las restricciones a los viajes también serán válidas para contener las próximas olas de la pandemia COVID-19 y otras pandemias similares en el futuro”, agregó.
El estudio muestra que los países que estuvieron más expuestos a los viajes y al turismo internacional, como Francia, Italia y Estados Unidos, registraron un número significativamente mayor de muertes.
Al mismo tiempo, las tasas de mortalidad en los países que no cuentan con tantos traslados internacionales se mantuvieron comparativamente bajas. Lo mismo ocurrió en los estados insulares.
Entre los primeros países que adoptaron restricciones de viaje y que hoy exhiben tasas de mortalidad significativamente bajas se encuentran Australia, Israel y República Checa.
Alemania, que introdujo sus primeras restricciones a los viajes el 16 de marzo, pertenece al grupo de países tardíos. Pero naciones como Gran Bretaña, Francia o Brasil respondieron incluso más tarde.
El estudio muestra que el tipo de restricción de viaje también influye. Las cuarentenas obligatorias para los viajeros entrantes fueron más efectivas que las prohibiciones de entrada.
La investigación muestra además que las restricciones de viaje a países específicos fueron más efectivas que las restricciones dirigidas a todos los países extranjeros.