¿Es pronto para decir que el trabajo remoto llegó para quedarse? Tal vez sí, aunque lo que no se puede negar es que resulta todavía la vía más eficiente para que las operaciones de las empresas de toda clase no se interrumpan. Esto, el llevar las actividades laborares a casa, provocó todo tipo de reacciones en aquellos que solían ir a la oficina, y para quienes ya se sienten saturados, aquí una serie de recomendaciones para que el teletrabajo no se vuelva un tormento.
Planear, ser realista y regresar a lo básico
¿A quién no tomó por sorpresa el hecho de tener que trabajar desde casa? Art Markman, profesor de Psicología y Marketing en la Universidad de Texas, propone tres acciones para que cualquiera pueda llevar un teletrabajo lo más efectivo posible.
Lo primero es encontrar o crear el mejor entorno laboral, y eso implica desde escoger el lugar físico que impulsará la productividad de cada persona hasta comprar un escritorio o silla que haga más fácil solucionar las distintas tareas. “Invierte algo de energía en hacer que el espacio sea más productivo”, enfatiza Markman.
Como segunda acción, el profesor refiere que es necesario ser realistas sobre la cantidad de trabajo que se va a llevar a cabo. Propone un esquema en el que se deben resolver actividades prioritarias y aquellas que requieren tiempo, sin embargo, no es necesario castigarse cuando no se logren tachar varias en un día. “Acumular más estrés sobre lo que ya estás experimentando, no te hará hacer mejor tu trabajo”, enfatiza.
La tercera acción implica no llevar todo a lo digital. Cuando se revisa el calendario en el celular o la computadora, es fácil ser atraído por Twitter o Facebook. Entonces, no es mala idea usar un cuaderno de notas o tener un pegado un calendario para no perderse de los eventos programados.
En acción
Ya cuando llega la hora de trabajar al 100 por ciento, un artículo de Kevin Leyes, en Entrepreneur, da algunas recomendaciones para evitar ser un workaholic.
- Trabajar por objetivos, no por horas. No, trabajar más horas no es sinónimo de productividad. Es por ello que se vuelve fundamental establecer objetivos claros, además de las acciones que ayudan a alcanzar las metas.
- Definir prioridades. Eso hará centrar la atención y tiempo en asuntos que se tienen que resolver. Imposible acabar con todo en un día.
- Aprender a delegar. Contribuye a concentrarse solo en las tareas que requieren atención. Así como no es posible terminar todo en un día, tampoco un solo miembro del equipo puede dar solución a todo.
- Asignar límites de tiempo a las tareas. Simplemente, el objetivo es trabajar de una manera más organizada.
- Sacar ventaja de los recursos. No, no se debe dejar de lado los recursos tecnológicos que hacen más fáciles varios aspectos laborales.
- Tomar un descanso. Son dos los beneficios: recuperar energía y contar con una mejor actitud (productividad) al tener la mente y el cuerpo renovados.
Experiencia personal
No ha sido fácil para nadie estar en casa, ese espacio que en muchas ocasiones solo era el lugar para llegar a dormir. De pronto, se transformó en todo, desde la oficina hasta el restaurante.
Y sí, con respecto al teletrabajo, lo mejor que pude hacer es acondicionar una habitación para darle salida a todo tipo de pendientes laborales. Si bien no es exclusivo, ya que a veces funciona como vestidor, el lugar sí me permitió desde colocar un escritorio hasta un monitor extra. El esfuerzo también implicó mejorar la conexión a internet y comprar una silla, aunque esta, después de unos meses de uso, ya no me pareció tan cómoda.
El asunto es que sí noté una diferencia cuando empecé a incorporar elementos para tener un teletrabajo aceptable. Sí creo en el hecho de que las actividades presenciales, la convivencia física con los colegas, detonan ideas que tal vez aún no se pueden alcanzar con las reuniones digitales, por ejemplo.
El asunto es que la pandemia ha obligado, de una u otra forma, a reconfigurarse, a adoptar nuevas prácticas que en el exterior, en el movimiento y en el contacto físico hubieran parecido inútiles.