Desde que apareció el coronavirus, las videollamadas se erigieron como el nuevo monumento de la comunicación humana. Ya no era importante estar encerrado, lo realmente vital era mantener la señal de internet lo mejor posible para poder hablar a distancia con los seres queridos.
En esa nueva «Roma» que nacía producto de las cuarentenas, el emperador Zoom se levantó como el sinónimo de este nuevo tipo de enlace entre personas.
Sin embargo, con meses a cuestas de soledad, la ciencia psicológica ya ha comenzado a descubrir que este tipo de interacción está provocando un nuevo cuadro que llaman: la fatiga de Zoom.
El doctor Paul Penn de la Facultad de Psicología de la Universidad de East London y autor del término, se refirió exactamente porqué pasa esto en su obra La psicología del estudio efectivo.
“El problema que aborda es que en la comunicación digital, las señales no verbales (expresiones faciales, trayectoria de la mirada, gesticulación) a menudo están ausentes o distorsionadas. En términos de video chat en línea, cosas como un lapso de tiempo, baja resolución, ángulos de cámara / iluminación dudosos, problemas técnicos, etc., contribuyen a hacer que tales señales sean más difíciles de percibir y responder adecuadamente», comentó.
Esto según el galeno, provocaría que la comunicación sea más tediosa que cara a cara, «ya que confiamos en aquellos en el chat para captar las señales de conversación para que no todos hablemos a la vez. Este tipo de comunicación sutil y no verbal es mucho más difícil cuando se chatea en línea porque las señales de conversación se distorsionan, y mientras más personas participan en el chat, más difícil se vuelve».
Penn además sostiene que predisponerse para estar con «tu mejor cara o vestimenta», hace que se pierda espontaneidad, lo mismo con los fondos que elegimos para hablar, generalmente suntuosas bibliotecas, tanto así que han circulado estantes de libro de cartón.
“Gracias a la pandemia, ahora nos vemos obligados a usar [videollamadas] fuera de nuestros propios términos para muchas de nuestras interacciones y en entornos más formales, como el trabajo. Esto está causando disonancia en la forma en que vemos la capacidad de chatear en línea a través de video. Por un lado, podemos ver que es una necesidad y darle un gran valor. Por otro lado, estamos descubriendo que no nos gusta que sea un sustituto exclusivo del contacto cara a cara. Queremos hacer algo para conciliar estas opiniones conflictivas del chat en línea basado en video «, dijo Penn.» Nuestra percepción del chat en línea basado en video se ha visto empañada por el estrés y la desafección asociados con su imposición sobre nosotros y nuestra reducción en el control tenemos más de su omnipresencia en nuestra vida cotidiana».
La recomendación de Penn es muy básica: que por favor hagan menos llamadas semanales para desintoxicarse.