Con más de un millón de infectados y cerca de 55,000 casos fatales, la pandemia de COVID-19 no da tregua desde que se reportaron los primeros casos en China a finales de 2019. Dos equipos de investigadores ya están testeando vacunas en humanos y al menos 40 equipos alrededor del mundo trabajan en el desarrollo de fármacos para evitar o curar el contagio del SARS-CoV-2.
Desde el Instituto de Tecnología de Nueva York (NYIT), han aportado otro enfoque: creen que la vacuna contra la tuberculosis (llamada Bacillus Calmette-Guerin o BCG) podría ser una potencial arma para combatir el coronavirus. En concreto, los investigadores de su Escuela de Medicina Osteopática piensan que el impacto del patógeno se relaciona con las políticas nacionales de vacunación infantil.
«Descubrimos que las naciones sin políticas universales de vacunación con BCG, como Italia, Países Bajos y Estados Unidos se han visto más afectados en comparación con los países con políticas universales y de larga data de BCG», afirmaron los especialistas liderados por el profesor asistente de ciencias biomédicas Gonzalo Otazu.
Publicado en MedRXiv, el estudio subrayó que la vacuna BCG es una de las más utilizadas en el mundo, ha existido por casi un siglo y ha también dado muestras de eficacia para prevenir la meningitis y la tuberculosis en los niños.
“También se cree que la inoculación ofrece una protección de amplio alcance contra las infecciones respiratorias, que presentan síntomas similares al COVID-19. De hecho, investigadores australianos anunciaron planes para acelerar las pruebas a gran escala para ver si tal vacuna puede proteger a los trabajadores de la salud del coronavirus”, señaló el NYIT.
El equipo del centro de estudios “comparó las políticas de vacunación BCG de varias naciones con la morbilidad y mortalidad del COVID-19 y encontró una significativa y positiva correlación entre el año en que se adoptaron las políticas de vacunación universal BCG y la tasa de mortalidad del país. En otras palabras, cuanto antes se estableciera una política, más probable sería que una porción significativa de la población, especialmente los ancianos, estuvieran protegidos”.
Para ejemplificarlo, mostraron a Irán, cuyo proceso de inoculación universal con BCG solo comenzó en 1984. Hoy, tiene una elevada tasa de mortalidad, de casi 20 personas por millón de habitantes. Por el contrario, Japón, que hizo lo propio desde 1947, muestra aproximadamente 100 veces menos muertes por millón de personas, con 0.28.
“Entonces, ¿por qué algunas naciones vacunan mientras que otras no? A medida que los casos de tuberculosis disminuyeron a fines del siglo XX, varios países de mayores ingresos en Europa abandonaron sus políticas universales entre 1963 y 2010. En Estados Unidos, los CDC actualmente recomiendan la vacuna BCG solo en casos muy específicos y previa consulta con un experto”, agregó la versión.
Finalmente, los expertos del NYIT recordaron que “entre los 180 países con datos disponibles, 157 recomiendan la vacunación universal con BCG. Los 23 restantes han suspendido la vacunación debido a una reducción en la incidencia de la tuberculosis o bien han favorecido la vacunación selectiva de los grupos de riesgo».