Quienes trabajaron con él lo tenían bien claro: coincidir con Steve Jobs en el ascensor podía ser fatal, tanto como para pasar un trago horrible o perder el empleo en el peor de los casos. Los testimonios sostienen que el genial cofundador de Apple aprovechaba ese incómodo trayecto para fijar las retinas en el empleado de la compañía en cuestión y lanzar, como un dardo, una pregunta clave sobre el desempeño de su trabajo. Brillante, lúcido y muy inteligente, no había un solo detalle que se escapara al californiano y una respuesta dubitativa o no convincente podían resultar letales. Hoy Steve Jobs hubiera cumplido 65 años de no haber sucumbido a un letal cáncer que se lo llevó demasiado pronto, y no podemos evitar la pregunta: ¿cómo sería hoy Apple de haber seguido Jobs al frente?
Esta es la visión de parte del equipo editorial de Digital Trends en Español:
Juan García, editor en jefe
Me imagino un Apple muy diferente si Steve Jobs no hubiera sido victima de la enfermedad de que lo mató hace algunos años, la innovación en Apple murió con la partida de su cofundador, hoy tendríamos diseños mucho más funcionales y llamativos, y seguramente ya Apple tendría un teléfono plegable y otro de 5G, Jobs fue siempre un adelantado a su tiempo y un visionario empedernido.
Le encantaba la música, el iPod fue su primer éxito en su regreso a la empresa de Cupertino, posiblemente tendríamos un sistema de sonido Apple parecido al Sonos, y si podemos seguir soñando, decimos que tendríamos un televisor marca Apple, pero no, hoy tenemos a Tim Cook y lo que tiene Apple es dinero, mucho dinero.
Diego Bastarrica, editor de noticias
Seguramente no sería una compañía preocupada de lanzar servicios como Apple News (un fracaso) o de consolidar su competencia con Netflix a través de Apple TV. Steve Jobs es de los que necesitaba liderar en la industria, ser la guinda de la torta, pero además el relleno, la estructura y hasta el plato donde estaba el pastel.
No era un calculador de los resultados económicos de cada trimestre y no habría necesitado hacerlo, porque seguramente su arrojo no tendría competencia en la industria de fabricantes.
Aprendió tanto con el ensayo y error en el pasado, que si aún estuviera vivo, de seguro miraría de lejos a Samsung y Huawei y todo lo que su empresa decidiera sacar, sería un hit sin igual.
¿Un iPhone plegable?
Realmente, Steve Jobs al frente de Apple actuaba de una forma muy previsible: promovía el desarrollo de productos de carácter transgresor que se adelantaran a las necesidades del cliente, una fórmula que, de resultar exitosa en el mercado, dejaba sin opciones a sus rivales. ¿A qué nos referimos? A productos como el iPod, iPhone o iPad, innovadores, rompedores y que al crear un nicho de mercado propio, cosechaban todos sus ingresos. Se trataba de una apuesta arriesgada ya que si no cuajaba el producto, se habrían invertido millones de dólares para nada; pero por fortuna, el olfato de Jobs resultaba proverbial y son contados los proyectos que cayeron en desgracia, como Newton.
Tim Cook recogió el testigo de su líder y amigo y, con el transcurso de los años, podemos decir que lo ha hecho de una forma brillantísima si nos asomamos a la cuenta de resultados. Apple es una empresa brillante que sigue llenando los bolsillos de sus inversores y hasta el mismísimo Warren Buffet ha reconocido que la firma de Cupertino es probablemente “el mejor negocio que conozco del mundo”, una calificación que vale literalmente oro viniendo de quien viene. Pero… ¿hubiera habido otro impulso en los productos de Apple si Steve Jobs se mantuviera al frente? ¿Tendríamos ya un iPhone plegable en nuestros bolsillos?
Se fue el mago, pervive su legado
Realmente nos toca jugar a adivinos para intentar interpretar cómo sería Apple hoy si Steve Jobs se mantuviera al frente y la mejor forma de hacerlo es centrándonos en los productos. Si bien es cierto que Jobs representaba una fuerza innovadora que arrastraba a toda la industria con su ingenio, este frenesí encontraba su propio freno en la obsesión por los detalles y la perfección del propio Jobs. Para que un producto recibiera la luz verde y saliera al mercado, todo tenía que funcionar a la perfección y no debería haber espacio para la improvisación. ¿Cumpliría estos requisitos una pantalla plegable? El corazón nos dice que sí, pero el sentido común, lo desmiente.
Steve Jobs era pura magia, una fuerza rompedora y un entusiasmo del que resultaba imposible no contagiarse; Tim Cook, por su lado, representa el lado pragmático de las cosas, el mismo lado que entiende que para seguir ganando dinero, hay que innovar y proponer nuevas alternativas al mercado. La visión quirúrgica de Cook propone unos pasos muy calculados y con escaso margen de error, una fórmula que resulta arrebatadora para los mercados de valores, pero que nos deja con una mueca en el rostro a quienes vivimos los momentos más alocados de Steve Jobs.
El cofundador de Apple es irrepetible y no puede emularse a un genio, pero por fortuna y pese a haber perdido al genio, nos hemos quedado con su legado y Tim Cook sabrá dosificar bien el complejo equilibrio entre innovación y rentabilidad.