Sekiro busca romper los moldes establecidos por su legado anterior.
Lo bueno
- Combate como nunca antes hemos visto
- Mundo e historia interesantes
- Enfrentamientos con jefes icónicos
- Elementos nuevos en el género
Lo malo
- Puede ser fácil frustrarse y abandonarlo
- Algunos checkpoints podrían estar mejor posicionados
Puntaje
9/10
From Software, el estudio detrás de Demon’s Souls, Bloodborne, y la trilogía Dark Souls nos traen su nuevo videojuego que, una vez más, llega para redefinir el género de acción. Sekiro: Shadows Die Twice nos traslada al Período Sengoku en Japón, situándonos en los pies de un shinobi en busca de su maestro.
Los escenarios y la narrativa embebida en el entorno son suficientes para atraparte inmediatamente, pero es el combate lo que te dejará sin aliento. Es brutal, es diferente, y demanda que actuemos de una forma a la que no estamos acostumbrados, forzándonos a no dejar de atacar al enemigo para poder dar el ataque mortal. Pero cada contrincante es un desafío, y responderá de la misma forma hacia nosotros, haciendo de cada batalla algo más que memorable.
A simple vista Sekiro no es tan diferente, pero es durante los primeros pasos que comenzaremos a notar todos los cambios y agregados que ofrece. Movimientos como el roll en el suelo son reemplazados por un botón dedicado a esquivar. La barra de estamina es erradicada completamente, y ahora todo gira alrededor de un medidor de postura el cual, si llega a completarse por bloquear muchos ataques consecutivos, nos dejará expuestos hasta volver a recobrar energía. Lo mismo, también, aplica a los enemigos. Pero hablaremos más en detalle sobre esto después.
Justo al momento de terminar la primera sección del tutorial, el shinobi (por cuestiones que no vamos a revelar) pierde su brazo izquierdo. Al despertarse, se da cuenta de que ahora tiene una prótesis, trabajo hecho por un escultor que reside en un templo, lugar que ahora servirá como nuestro punto de inicio para el juego. Las posibilidades que ofrece este brazo cambian por completo la experiencia.
Desde el primer momento, esta herramienta nos permite utilizar un gancho para llegar a puntos altos en los escenarios, o para salvarnos de una caída al agarrarnos de la rama de un árbol. Sólo tenemos que encontrar los iconos correspondientes en cada superficie, y una vez que cambian de gris a verde, podremos balancearnos hacia allí automáticamente. La verticalidad es un punto fuerte en Sekiro, y algo que se ve reflejado tanto en la exploración como en el mismo combate.
Todos estos pequeños cambios hacen que el combate, el núcleo de Sekiro, sea frenético en una forma que no estamos acostumbrados.
Pero luego la prótesis puede ser cambiada y mejorada de distintas formas. Algunas de las primeras que conseguimos nos permitirán lanzar llamas (las cuales pueden interrupir el ataque de un enemigo, o incendiarlos si lo hacemos varias veces o les arrojamos aceite primero) o lanzar shurikens, pero después también podremos hacer uso de un hacha perfecta para romper defensas, entre otras. Una vez que avancemos un poco más con la historia también se habilitarán mejores para cada prótesis, cambiando el comportamiento de cada una.
Sekiro es frenético en una forma que no estamos acostumbrados
Y, francamente, necesitaremos de todo lo que tengamos a nuestro alcance para poder sobrevivir. Todos estos pequeños cambios hacen que el combate, el núcleo de Sekiro, sea frenético en una forma que no estamos acostumbrados. Mientras que cualquier jugador buscaría jugar a la defensiva ante un enfrentamiento, ya sea con un grupo de enemigos pequeños o un jefe esperando a la vuelta de un nivel, aquí nos obligan a actuar de forma rápida, constante, y agresiva. Uno de los tips que se pueden leer en la pantalla de carga habla sobre esto de una forma específica: no hay que dejar respirar al enemigo. Y se mantiene cierto durante todo el trayecto.
Hay algo más. Si eres que los que nunca aprendieron a hacer Parry en Dark Souls (movimiento que, si se calculaba justo cuando un ataque estaba por impactarnos, dejaba al enemigo vulnerable a un contrataque) entonces tendrás que cambiar tu forma de ver estos juegos desde el primer momento. Además de esquivar, la herramienta más útil es el botón de bloqueo, que a su vez tiene otro efecto aún más impactante si se realiza, también, cuando el golpe está por llegar.
Es una dinámica única, y cada batalla es desafiante por sí sola.
Todo esto está relacionado a la postura que mencionamos anteriormente, y el combate siempre está alrededor de quién logra romper el balance y la defensa del adversario primero. Es una dinámica única, y cada batalla es desafiante por sí sola. Como si esto fuera poco, además de las icónicas peleas contra jefes, hay mini jefes al final de casi todos los escenarios. No sólo están ahí para presentar un desafío, sino para que no pierdas las práctica. Se sienten como pruebas que, al final del día, son obligatorias para avanzar. Pero incluso en momentos así, la experiencia se siente justa.
Si nos caemos al vacío, volveremos a aparecer en la superficie con un daño pequeño a nuestra vida. También, si apretamos start, ahora podremos poner pausa, a diferencia de lo que sucede en todos los Soulsborne. Esto se encuentra ligado a que no hay un componente online, por lo que tampoco tendremos que preocuparnos de invasiones aleatorias. Pero también significa que no podremos pedir la ayuda de otros jugadores como se podía anteriormente. Sekiro trae un nuevo ecosistema en ese sentido, y lleva un buen tiempo acostumbrarse a todo.
Un nuevo ecosistema de posibilidades
Pero funciona a la perfección. Las posibilidades de ataques y movimiento que tiene el shinobi no hacen más que incrementar en la experiencia, pudiendo obtener nuevas skills pasivas y activas con la experiencia que juntemos. Un componente de sigilo, algo inesperado para un título así, tiene un gran énfasis en la experiencia permitiéndonos pasar desapercibidos durante áreas enteras, o utilizar ítems para atraer enemigos uno por uno, sorprendiéndolos desde la esquina de una casa o del interior de unos arbustos.
¿Y qué sucede al morir? Además de la típica pantalla de game over, se nos presentan dos opciones para elegir: podemos morir y regresar al último checkpoint (ahora siendo estatuas que reemplazan las iconicas fogatas) o revivir en el lugar para tener una segunda chance. Sin embargo, morir luego de hacer esto tendrá un costo alto no sólo para el personaje principal, sino para todos los NPCs que encontramos en el camino.
Sin entrar en muchos spoilers, revivir puede ser genial para nosotros, pero al hacerlo una enfermedad llamada Dragonrot comenzará a afectar a personajes aliados, afectando así la posibilidad de progresar con sus misiones o simplemente sus diálogos. En un principio sólo se manifiesta en síntomas pequeños, tal como tos, pero poco a poco irá empeorando. Esto nos lleva a pensar dos veces sobre si queremos seguir afectando a estos personajes o simplemente volver a intentar todo desde el último checkpoint, mientras que también es prudente comenzar a hablar con ellos para encontrar una cura.
Sekiro es complejo desde muchos puntos de vista. Un nuevo comportamiento esperado en combate, mecánicas que hacen del título más accesible, y agregados que nos hacen sentir en una pesadilla están ahí desde el primer momento. Este universo es intimidante, sin dudas, y luego de varias horas todavía encuentro desafíos que superan mis expectativas u presentan condiciones que yo no había tenido en cuenta anteriormente.
Se trata de un aprendizaje constante, y mientras que muchos tal vez se pierdan en el camino, el juego premia a aquellos que persisten con una historia interesante y un mundo que es un placer de explorar. Sin mencionar enfrentamientos que quedarán en mi memoria por años. Aún si alguno de ellos se hubieran beneficiado de tener un checkpoint más cercano.
Es interesante ver lo lejos que han llegado los videojuegos de acción en los últimos años. Cada uno trajo sus propios elementos, pero From Software logra llevarlos aún más allá, demandando reflejos en microsegundos y generar una memoria muscular para prepararse a cada enfrentamiento. Pero es allí donde logra diferenciarse. Sekiro no es para todo el mundo, pero aquellos en busca de uno de los mejores desafíos en los últimos tiempos no sólo se sentirán como en casa, sino que se sorprenderán con todo lo que oculta en su interior.