A sus 32 años de edad, un joven sin empleo de Malasia decidió utilizar su ordenador portátil para falsificar múltiples tarjetas de embarque y probar las salas VIP para ejecutivos del principal aeropuerto internacional de Singapur.
Raejali Buntut vivió en el aeropuerto Changi durante 18 días, del 21 de agosto al 7 de septiembre, después de perder un vuelo de regreso a su país de origen. Pero esta semana, Buntut ha estado en una habitación en un lugar menos agradable, es decir, la cárcel, tras declararse culpable de los cargos de falsificación.
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Buntut se registró en el aeropuerto la noche antes de que saliera su vuelo temprano por la mañana el mes pasado. Decidió cerrar un poco los ojos y descansar en una de las salas de lujo del aeropuerto Changi utilizando su tarjeta de embarque con prioridad, que ofrece acceso a cerca de 1000 salas de aeropuertos de todo el mundo.
Sin embargo, tras haberse quedarse dormido y perder el vuelo, el joven de Malasia decidió seguir probando las delicias de las diferentes salas del aeropuerto, aunque para ello necesitaba una tarjeta de embarque «válida».
Haciendo uso de su ordenador portátil y un software de edición, Buntut falsificó 31 tarjetas de embarque móviles durante los 18 días que estuvo en el aeropuerto y poder así visitar nueve salas para ejecutivos disponibles las 24 horas en las tres terminales del aeropuerto.
Según medios locales, Buntut descargó imágenes de Internet de tarjetas de embarque emitidas por dos compañías aéreas – Cathay Pacific y Singapore Airlines – y luego utilizó un software de edición para añadir su nombre, el número de vuelo y destino para crear una nueva, pero fraudulenta. A continuación, se las descargaba en su teléfono móvil.
Las salas de lujo de este aeropuerto ofrecen una amplia gama de servicios, incluyendo espacios tranquilos, conexión Wi-Fi y televisión, revistas y otros materiales de lectura, y asistencia ante cualquier pregunta acerca de los vuelos, los aeropuertos y los destinos.
No obstante, lo más probable es que Buntut estuviera más interesado en la comida y la bebida que ofrecen en estas áreas, por no hablar de las duchas privadas, los servicios de masaje y varios sillones cómodos para dormitar. Tales servicios pueden costar entre $ 100 dólares y $ 500 dólares al año, aunque algunos también aceptan el pago por visita o día.
Después de más de dos semanas de dar saltos entre estas salas, un miembro del personal finalmente cayó en la cuenta de que lo que estaba haciendo Buntut no era nada bueno. Así que los policías lo detuvieron por dicho fraude y fue encarcelado durante tres semanas.