Esta semana pasada el tema que llamó más la atención fue el pedido del FBI hacia Apple para accesar la información del el iPhone del perpetrador de la masacre de San Bernardino.
Apple por su parte, y en voz de su CEO Tim Cook se han rehusado fervientemente a estos pedidos con la premisa de que ceder a esta petición sentaría un precedente que violaría los derechos de privacidad de los ciudadanos de este país.
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Las batallas legales prometen llegar hasta la disminuida Corte Suprema de los EE.UU. en donde un grupo de jueces decidirán si los pedidos del Gobierno Americano son válidos y no violan ningún derecho constitucional o si Apple tiene razón en apelar a su derecho de no hace nada.
Opiniones van y opiniones vienen. Desde el boicot de la empresa Apple sugerido por Donald Trump en un discurso al mismo tiempo que un tuit era enviado de la cuenta de Trump desde un iPhone, hasta rumores que solo es una campaña más de publicidad de los de Cupertino.
Apple ha recibido apoyo de constitucionalistas de este país, alegando que el pedido del FBI viola derechos inalienables de los ciudadanos.
Mi opinión es una sencilla. Apple está cometiendo un error garrafal. Actos de terrorismo no pueden estar protegidos por ningún derecho constitucional. El precedente sentado sería que ningún terrorista está a salvo de preservar su privacidad.
Voy más allá. Vidas humanas se pueden salvar en un futuro si conocemos la identidad de los asociados de este personaje que cometió actos barbáricos en contra de la humanidad, en contra de la misma esencia que la constitución está tratando de proteger. La vida humana.
Veo con extrañeza que compañías como Google y algunas otras hayan entablado alianzas con Apple en este tema.
Con lo que respecta a mi, no valoro mi privacidad como algunos otros. El Gobierno me puede espiar todo lo que guste. No tengo secretos ni nada que ocultar, mi vida es transparente e intachable en términos de la ley.
Termino diciendo un viejo adagio “Tus libertades terminan en donde comienzan las mías”.