Comencé a jugar Super Mario Party Jamboree acompañado de mi hija de seis años, fanática declarada de Mario Party Superstars y quien tenía una urgencia como solo la podría tener una niña de seis años por jugar “en la tiendita”. Después de presionar A no sé cuántas veces para que Kamek dejara de explicar las reglas que supuestamente ya conozco acabamos “en la tiendita”, un tablero que más bien es un centro comercial que se llama Plaza Arcoíris. Como era domingo y aún restaban pendientes en casa quedé medianamente a disgusto al ver que la partida mínima dura 90 minutos (recuerdo que en Superstars podías configurar juegos ideales de 30 minutos), pero comenzamos.
A decir verdad, después de unos 60 minutos de juego (dejamos la partida restando dos rondas para terminar) sigo sin saber por qué se llama Mario Party Jamboree (a mi me suena como a Jumanji) y creo que más bien debería de llamarse Mario Party Double Dash, y es que una de las principales novedades es que al cumplir ciertas condiciones por el tablero aparece un personaje adicional que se une a ti y multiplica todo lo que obtienes, y eso, obviamente, incluye las estrellas. La traducción al español de Mario Party Jamboree los llama “compis” (en español mexicano un compi es el diminutivo de un compadre, y aunque la relación de compadrazgo tiene una connotación religiosa, un compadre o una comadre en México es algo así como una gran amiga, aunque ahora que lo pienso compi también podría ser simplemente compañero), así que bueno, mi hija se hizo “compi” de Mario y en una jugada acabó con tres estrellas. Luego sucedieron las cosas que suelen pasar en Mario Party y acabó molesta, pero confío en que al finalizar la partida reciba alguna de esas típicas estrellas de consolación que la haga ganar.
Mario Party Jamboree es algo así como Mario Party multiplicado, todo al 2×1 y por eso me recuerda a Mario Kart Double Dash. Siento que todos los minijuegos dan más monedas, que a media partida todos tenemos cientos de estrellas y que en general el juego es más dadivoso. Pero la carnita está en los minijuegos, hay 110, todos bastante entrenidos y variados, y algunos basante ingeniosos. Durante la partida no ideal de 90 minutos jugamos varios, mis primeras impresiones es que hay varios que hacen uso de los joycon de una manera entre divertida y gimmickosa. Por ejemplo, jugamos uno en el que había que levantar el joycon como si fuera un martillo. Tal vez es que mis joycons están demasiado golpeados, pero mi hija —e incluso yo— batalló un poco en lograr el movimiento. Otros como “completacaminos” me parecieron muy ingeniosos y entretenidos, aun cuando ciertamente me parecen complejos para una niña de seis años (no espero que Mario Party sea súper accesible, al final para eso juega con un adulto).
Seguiremos probando la variedad de minijuegos y los nuevos tableros. Por ahora a mí, un señor de 36 años, agradezco poder volver a jugar con Bowser. El resto de los jugadores creo que agradecerá que todo en Super Mario Party Jamboree se siente como tamaño XL. Hay 22 personajes jugables y siete tableros, así que seguro hay mucha rejugabilidad.
Por cierto, tanto la edición física como digital incluye una suscripción de tres meses a Nintendo Switch Online, así que si ya tenías el juego en mente, ahí tienes un incentivo más.