La primera vez que jugué The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom salí de una caverna usando un puente de camitas. Suena raro, pero en Echoes of Wisdom Zelda, ahora protagonista y no la princesa a rescatar (algo que aprecio mucho siendo papá de una videojugadora de 6 años) utiliza una especie de varita mágica para hacer aparecer todo tipo de objetos. Hay algunas reglas para invocar estos objetos, como que solo puede haber cierto número de ellos de forma simultánea, pero en general la forma en la que funcionan es muy racional: no puedes poner una cama sobre un barranco, pero sí sobre un lago. Bueno, aquella vez yo resolví haciendo un puente de camitas, pero mi hija, a quien le gusta mucho saltar, lo hizo usando un trampolín.
The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom no permite la misma libertad creativa que la asombrosa simulación física del muy querido Tears of the Kingdom, pero a su manera, con sus reglas y muy variados objetos, permite a los jugadores solucionar sus puzzles a su modo. Algunas, ciertamente, son tan salvajemente creativas como en Tears of the Kingdom.
El brillante debut de Zelda
Todo lo que he jugado de Echoes of Wisdom lo he jugado dos veces. La primera en solitario y la segunda haciendo compañía a mi hija. Y si bien hemos resuelto algunos puzzles de la misma forma, mi hija optó por pasar otros de una forma relativamente distinta a como lo hice yo, y digo relativamente distinta porque al final el objetivo acaba siendo el mismo, lo único que cambia es la forma de lograrlo. Esta versatilidad es el principal atractivo de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom, reformular el Zelda clásico 2-D con una princesa que, aunque poco hábil en el uso de la espada como Link, se vale de las habilidades mágicas de Tri, su compañera, y del ingenio del jugador o jugadora.
Y claro, así como hay puzzles sencillos hay otros que requieren de mayor observación. Una pieza de corazón en lo alto de una columna al inicio del juego me tiene pensando cómo obtenerla, pues como a diferencia de los Zeldas típicos acá la progresión no está ligada a un ítem obtenido en algún calabozo, sino a los objetos o enemigos que puedas invocar, así que cada criatura memorizada abre una nueva posibilidad. The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom hace de la experimentación una tarea que si bien no siempre gratifica, es divertida.
Esta fórmula, sumada a mi gusto personal por Link’s Awakening —y en consecuencia su remake— me hacen disfrutar montones Echoes of Wisdom. Para mi hija, en cambio, se trata de su primer Zelda, así que al verla jugar puedo apreciar su gusto por explorar un mundo muy adorable, lleno de personajes llamativos con diálogos magistralmente adaptados (el equipo de traductores al español latino de Nintendo hace un trabajo excelso) y con distintas posibilidades para enfrentar el juego. Ella, por ejemplo, rehuye de los enfrentamientos, así que tiene pocos monstruos, por lo que papá al rescate.
Igual, hay algunos aspectos que realmente no disfruto. Mi queja principal y que creo podría ser la tuya también es que la elección de los objetos o monstruos a invocar funciona mediante una especie de carrusel que hace relativamente complicado usar alguno que hayas utilizado recientemente. Literalmente tendrás que navegar por una lista (imagina que estás revisando archivos en un explorador, como el Finder de MacOS) para dar con la serpiente que necesitas o la camita para tu puente. Esto se resolvía muy bien en Breath of the Wild o Tears of the Kingdom ralentizando el gameplay, que si bien creo que no sería la mejor solución en Echoes of Wisdom, quizá podría haber otra solución.
La otra queja es una decepción total. Disfruto muchísimo de Tears of the Kingdom, pero su gameplay es lineal y pensé, a juzgar por ese hermoso tráiler en el que Zelda mira su reino y puedes apreciar su vastedad, pensé que habría más libertad para explorar. Confío en que no será una pena, sino una oportunidad para el futuro porque los Zeldas 2D me siguen resultando fascinantes.