Una experiencia que te hará sonreir y divertirte en todo momento.
Lo bueno
- Una premisa encantadora
- Un gameplay que nunca envejece
- Presentación agradable y llevadera
- No podemos dejar de recordarlo
Lo malo
- Lleva tiempo acostumbrarse a los controles
- Nos quedamos con ganas de más
Puntaje
9
El Rey de todos los Cosmos tuvo una noche de parranda con mucho alcohol, e inmediatamente creyó que sería divertido destruir todas las estrellas del cielo. Al día siguiente, todavía con algo de resaca, le cuenta sobre su travesía a su hijo El Príncipe, además de asignarle una tarea vital: viajar a la Tierra y rodar todos los objetos que encuentre en su camino para volver a formar constelaciones y planetas enteros. Esa es la premisa de Katamari Damacy REROLL, la remasterización del icónico videojuego lanzado originalmente en PlayStation 2 allá por 2004.
Con un tono muy japonés diseñado por Keita Takahashi y publicado por Bandai Namco, la presentación del juego es más que delirante. No sólo la historia ya nos hace reírnos por lo ridículo que suena un asunto familiar que llevó a la desaparición de las estrellas, sino también el gameplay en sí.
Una premisa simple, y a su vez, efectiva
Para poder completar nuestra tarea asignada, deberemos hacer uso de un Katamari, un objeto con forma de pelota en el cual se adhiere todo lo que toque, siempre y cuando tenga el mismo tamaño. Lo interesante es que, mientras más cosas tenga en su superficie, más crecerá su volumen, pasando de apenas unos centímetros a cientos de metros.
Dentro de un tiempo determinado, con un objetivo de tamaño claro y a veces tareas adicionales, llevaremos al Príncipe a recorrer diferentes locaciones del planeta, rodando y recolectando todo lo que encontremos. Y cuando digo todo, lo hago con énfasis. Desde pequeños objetos que se pueden encontrar en una mesa o el suelo como papeles, tachuelas, dados, o lápices, hasta algunos más complejos como cajas, bebidas, comida, televisores, ciudadanos, vehículos… la lista continúa.
Apenas con hacer el tutorial, Katamari Damacy REROLL ya me había enamorado. Se trata de una premisa tan simple, y a su vez tan efectiva, que hace que se vuelva muy difícil soltarlo una vez que comenzamos a jugar.
Algo que también llama la atención a los pocos segundos son los controles: en Nintendo Switch, la mayor parte del movimiento se realiza con ambos analógicos en simultáneo, variando la dirección dependiendo de dónde estén posicionados. Empujarlos a la vez hacia adelante nos hará avanzar, pero si movemos uno de ellos hacia atrás, retrocedemos hacia la dirección respectiva. Como feature exclusiva de esta versión, también podemos utilizar los controles gyro de los joy-cons en modo TV.
En Katamari, todo es cuestión de práctica y experimentación
Así también, si los movemos de abajo hacia arriba rápidamente por unos segundos, el Príncipe tomará carrera y se impulsará hacia adelante, algo que sirve no sólo para ganar territorio, sino también cuando necesitamos un empujón para subir por una mesa o una colina, dependiendo el tamaño actual del protagonista.
La idea detrás es brillante, y genera sensaciones que no encontré en otros videojuegos
Luego, en Katamari Damacy REROLL es todo cuestión de práctica y experimentación. Durante los primeros niveles, el katamari del príncipe comenzará con un tamaño predeterminado, y los escenarios se encuentran repletos de objetos de diferentes formas esperando a ser magnetizados. Aprender esto es clave, ya que rodar por objetos largos como bolígrafos o cuchillos harán que nuestro movimiento cambie.
Una vez que comenzamos a superar misiones, nos encontramos con otros aspectos que acompañan a la perfección: al finalizar un nivel, el Rey aparecerá con un mensaje de aliento (algo que no ocurre con tanta frecuencia ya que puede ser bastante malvado) y nos absorberá con un arcoiris, llevándonos al espacio para ver qué tan bien nos fue. Luego de darnos un ranking sobre los tres tipos de objetos que más recolectamos, veremos cómo nuestra creación sube hacia el cosmos y se convierte en una estrella.
También hay una enciclopedia entera que lleva registro de absolutamente todo lo que obtengamos en nuestros viajes, desde las ubicaciones hasta los objetos, divididos en categorías (moda, comida japonesa, necesidades, y más). Por otra parte, hay una pantalla que recolecciona obsequios, los cuales son items cosméticos para decorar al querido príncipe de diferentes maneras.
Otorgados como recompensa por el Rey, los regalos en Katamari Damacy REROLL aparecerán de forma aleatoria (con un previo aviso del padre antes de comenzar el nivel) en los escenarios, y además de rodarlos tendremos que evitar que los mismos se pierdan, ya que hay varios objetos que pueden golpear o empujar a nuestro katamari, haciendo que perdamos tamaño y parte de lo que teníamos recolectado hasta el momento.
Un encanto que se mantiene 14 años después
Siendo el primer Katamari que jugué en mi vida, no podía dejar de pensar en lo mal que hice en no jugarlo hace tiempo. La idea detrás es brillante, y genera sensaciones que no encontré en otros videojuegos. Creo que se trata de una satisfacción adquirida, la cual hace nada más que incrementar con nuestro paso por la historia, al igual que el katamari del Príncipe. Chocar con objetos o ser atacados por ratones para luego poder vengarnos al ser de igual o mayor tamaño nunca dejó de hacerme sonreír y quedarme perplejo al ver todo lo que podía lograr.
Sin dudas, algunos de mis escenarios favoritos fueron aquellos que propusieron un objetivo específico. Por ejemplo, para las constelaciones como Tauro o Cáncer, debemos coleccionar cuantos objetos podamos del mismo tipo, como pueden ser cangrejos o encontrar el oso más grande en un escenario repleto de ellos. Siempre hay un desafío de por medio, pero es a través de esfuerzo que logramos salir victoriosos, al igual que el Príncipe logra impresionar a su demandante padre.
Es un encanto que se mantiene intacto, incluso 14 años desde su lanzamiento original. Katamari Damacy Reroll no hace más que mejorar la calidad gráfica de un apartado visual que ya era impresionante hasta entonces, y se mantuvo a la perfección sin perder su identidad con el salto de generación. La banda sonora, por su parte, es de lo mejor que escuché en más de 20 años jugando videojuegos, presentando canciones en inglés y japonés, o incluso instrumentales, con sonidos de pop, coros alegres, y ritmos de jazz que nos harán bailar mientras rodamos edificios enteros.
Lamentablemente no se trata de un juego muy largo, ya que puede ser terminado en apenas unas 5 horas sin problemas. Tratar de superar nuestros puntajes, coleccionar los regalos del Príncipe, o completar la enciclopedia dan un incentivo de volver a la experiencia, pero además de un modo multijugador local donde competiremos con un segundo jugador que utiliza a uno de los tantos primos del protagonista, no hay mucho más para hacer.
Es divertido, desafiante, y siempre otorga una gran sensación de satisfacción cuando logramos superar un nivel.
Y sin embargo, eso no importa. Luego de vivir decenas de experiencias diferentes con videojuegos, Katamari Damacy REROLL logró traer algo completamente nuevo ante mi. Tratar de completar el juego al 100% suena tentador no por el hecho de la tarea, sino como un motivo para regresar a este mundo y dejarme llevar una vez más por su premisa delirante.
Hay muy pocos juegos que se le asemejan, algunos de ellos siendo indies tales como Donut County, pero ningún otro juego logrará lo que Katamari presenta en apenas unas horas.
Es divertido, desafiante, y siempre otorga una gran sensación de satisfacción cuando logramos superar un nivel. La música, el humor de las situaciones que vivimos y la atención al detalle en pequeños objetos que vemos día a día son de otro mundo. La historia de Katamari Damacy REROLL puede tomar situada en la Tierra, pero todo lo que ocurre en nuestro alrededor es producto es un cosmos totalmente desconocido. Y se trata de una realidad que estaré visitando numerosas veces durante varios años por venir.