El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, es el hombre detrás del «Fondo de Inversión Pública» saudí, un pozo sin fondo de dineros que a través del plan Saudi Visions 2030 pretende blanquear la imagen del país en materia de derechos humanos. Y este fondo ahora se hizo del 5 por ciento de Nintendo, tal como en el pasado lo ha hecho con otras compañías tecnológicas.
Ya en 2021, este mismo plan se hizo de Capcom, EA, Take-Two, Activision y SNK (que adquirió casi en su totalidad).
Bloomberg tiene una explicación de porqué Arabia Saudita incurre en hacerse de estos capitales como Nintendo.
Arabia Saudita pasó el último año despilfarrando dinero en la industria de los videojuegos, con inversiones estratégicas en empresas como Activision Blizzard, Electronic Arts, Take-Two Interactive, Capcom y Nexon. Al igual que muchos de los tratos de Mohammed bin Salman, estas compras se enmarcan en la estrategia Saudi Vision 2030 establecida durante su ascenso al poder a mediados de esta década, que tiene como objetivo diversificar la economía petrolera del reino.
Pero en realidad, Saudi Vision 2030 es parte de una gran campaña de propaganda centrada en blanquear el atroz historial de derechos humanos de Arabia Saudita. Esta monarquía reaccionaria aparentemente espera que alineándose con las industrias del entretenimiento de todo el mundo podrá convencer a las empresas que todavía desconfían a la hora de invertir su dinero en el país árabe, especialmente después del asesinato del periodista Jamal Khashoggi y del genocidio yemení que todavía está llevando a cabo con la connivencia de Estados Unidos.