Lleva décadas siendo documentado, pero aún nadie ha podido explicar por qué ocurre. La Tierra tiembla, se sacude suavemente cada 26 segundos, aunque ninguno de nosotros puede percibirlo.
Sí lo hacen los sismólogos a través de un pequeño “parpadeo” en sus aparatos detectores, pero este leve registro sólo sirve para acrecentar el misterio.
El pulso o “microsismo” fue registrado por primera vez en los años sesenta por un investigador llamado Jack Oliver, del Observatorio Geológico Lamont-Doherty.
En aquel entonces, Oliver descubrió que el pulso provenía de algún lugar en el Océano Atlántico meridional o ecuatorial y que era más fuerte en los meses de verano del Hemisferio Norte.
En 1980, en tanto, Gary Holcomb, del Servicio Geológico de Estados Unidos se dio cuenta de que el microsismo se hace más fuerte durante las tormentas.
Casi tres décadas después, científicos de la Universidad de Colorado fueron capaces de triangular este pulso hasta su origen y lo ubicaron en el Golfo de Guinea, frente a la costa occidental de África.
Años después, otro científico pudo especificar aún más su procedencia, ubicando el microsismo en una parte del Golfo de Guinea llamada la Cuenca de Bonny.
Desde ese entonces, muchos creen que la leve “sacudida” forma parte de la actividad sísmica regular, aunque algunas piensan que puede ser causada por las olas, mientras otros sostienen que se debe a la actividad volcánica.
Como sea, este fenómeno sigue siendo parte de los misterios de nuestro planeta.
«Todavía estamos esperando la explicación fundamental de la causa de este fenómeno», explica Mike Ritzwoller, sismólogo de la Universidad de Colorado.
«Creo que el punto de todo esto es que hay fenómenos fundamentales muy interesantes en la Tierra que se sabe que existen ahí fuera y que permanecen en secreto», agrega.