Una trabajadora de Tesla demandó a la compañía luego de haber sido víctima de acoso sexual casi a diario mientras trabajaba allí. Además, a pesar de haber informado la situación a sus supervisores y al departamento de recursos humanos, no recibió ayuda.
Según informa The Washington Post, Jessica Barraza, de 38 años, asociada de producción que trabaja en el Tesla Model 3, demandó a la compañía de autos eléctricos el jueves 18 de noviembre citando acoso sexual y falta de prevención del acoso sexual bajo la ley.
Jessica Barraza llevaba solo unos meses en su trabajo en la fábrica de Tesla cuando comenzó a experimentar el acoso. El ambiente de trabajo se volvió tan hostil que le provocó ansiedad, lo que la llevó a tomar una licencia médica con un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático.
“Después de casi tres años de experimentar todo el acoso, te roba la sensación de seguridad, casi te deshumaniza”, le dijo Barraza a The Washington Post, medio que tuvo acceso a los documentos de la demanda completados en septiembre y octubre de este año.
La trabajadora declaró haber sufrido un trato repugnante e indignante por parte de sus compañeros de trabajo. Estos realizaban comentarios inapropiados y vulgares sobre su cuerpo, la tocaron sin su consentimiento (rozándole su trasero varias veces a la semana), y un supervisor se le insinuó por un mensaje de texto, todo en la fábrica de Tesla en Fremont, California.
En la demanda, presentada en el Tribunal Superior de California en el condado de Alameda bajo la Ley de Vivienda y Empleo Justo de California, Barraza afirma que un compañero de trabajo la levantó por la cintura, “presionando su torso por debajo de sus senos” situándola a su lado.
En otra instancia, un compañero de trabajo le metió la pierna entre los muslos cuando ella regresaba del almuerzo (otro empleado corroboró el incidente con The Washington Post). Ese fue el colmo para Barraza y decidió tomar acción.
En los documentos, Barraza afirma que existe “acoso sexual desenfrenado en Tesla” y “condiciones de pesadilla”. También menciona que el lugar de trabajo “se parece más a un sitio de construcción o casa de fraternidad bruta y arcaica que a una empresa de vanguardia en el corazón del área progresista de la Bahía de San Francisco”.
Sus afirmaciones fueron respaldadas por otros empleados en el sitio de Tesla, quienes le dijeron a The Washington Post que fueron testigos de varios de los incidentes descritos por Barraza. Sin embargo, esta situación no se encuentra solo en esa fábrica, ya que otras personas que han trabajado en Tesla han presentado sus propias declaraciones en otros lugares.
Alisa Blickman, de 33 años, dijo que los mismos patrones se dan en la fábrica de asientos cercana de Tesla donde trabaja, también en Fremont. Ella dijo que fue testigo de cómo los trabajadores hombres usaban “el sistema numérico” para clasificar el atractivo de sus colegas femeninas.
“No sé si son los turnos de 12 horas los que afectan a estos tipos o qué es, simplemente actúan como si nunca hubieran visto chicas allí o algo así. Realmente te sientes como un trozo de carne allí”, dijo Blickman, quien presentó una queja a recursos humanos, que fue vista por The Washington Post. Actualmente se encuentra con licencia relacionada al COVID-19, pero sigue siendo empleada de Tesla.
Por otro lado, Nallely Gamboa, una exasociada de producción de Tesla, dijo que alertó a los altos ejecutivos sobre el acoso en la fábrica y renunció después de que el comportamiento no se detuvo.
“Ser una mujer que trabajaba en Tesla era muy incómodo cuando se trataba de asociados, supervisores y líderes hombres. Lo he visto con mis propios ojos y lo viví yo misma”, dijo la trabajadora.
Menciona que en algunos casos fueron mujeres quienes perpetuaron el acoso. Mencionó que, en una instancia, ella estaba trabajando en una tarea cuando sintió algo entre sus muslos. Se trataba de un palo de escoba, blandido por una colega, a quien le pareció graciosa la acción.
Gamboa dice que habló con un supervisor sobre el incidente y finalmente la trasladaron a trabajar a otra parte de la fábrica, lo cual era un patrón común para quienes se quejaban de acoso sexual, de acuerdo con varias personas empleadas de Tesla.
Esta cultura ha sido especialmente promulgada entre los equipos de producción dominados por hombres que, según varios trabajadores, se aprovechan de las nuevas empleadas como si fueran “carne fresca” (como describe Barraza) involucrándose en acoso verbal y físico. Este comportamiento fue lo que llevó a algunas mujeres a tomar licencias prolongadas y a otras a renunciar.
Según Barraza, las quejas entregadas a los supervisores no han sido atendidas. En un caso, un supervisor la escuchó quejarse de que un compañero de trabajo que miraba sus senos le dijo: “Tal vez no debería usar camisas que llamen la atención sobre su pecho”, a lo que Barraza respondió que estaba “usando una camisa de trabajo proporcionada por Tesla”.
Barraza también recalca que el CEO de Tesla, Elon Musk, ha ayudado a fomentar y generar esta cultura que denigra a la mujer en la compañía. Ella citó un tuit que realizó Musk en tono de broma haciendo referencia a una universidad que planeaba comenzar: el Instituto de Tecnología y Ciencia de Texas (cuyo acrónimo sería T.I.T.S., es decir, “tetas” en inglés).
Am thinking of starting new university:
Texas Institute of Technology & Science— Elon Musk (@elonmusk) October 29, 2021
“Eso no es un buen ejemplo para la fábrica, casi da una impresión como de… ‘[Elon] está twitteando sobre ello, entonces es algo que está bien’”, dijo Barraza. “No es justo para mí, para mi familia, ni para otras mujeres que trabajan allí”.
Según los empleados, las disputas internas rara vez salen a la luz y las demandas son poco comunes porque Tesla requiere que muchos trabajadores firmen acuerdos de arbitraje obligatorios, los cuales exigen que las disputas se resuelvan fuera de los tribunales. Los abogados de Barraza dicen que el acuerdo es “ilegal e inaplicable”.
Tres trabajadores actuales y anteriores de Tesla corroboraron aspectos de los relatos de Barraza a The Washington Post, quienes presenciaron incidentes relatados por la demandante o experimentaron acoso sexual en las instalaciones de Tesla en Fremont, describiendo a esta cultura como una dirigida por hombres, de represalia y poco acogedora para las mujeres.
Los abogados buscan una compensación para Barraza junto con una orden judicial para detener el acoso en la fábrica. Además, dijeron que planean presentar un reclamo de la Ley General de Abogados Privados de California, lo que permite que Barraza y otras víctimas potenciales recuperen las sanciones civiles.
La demanda de Barraza se produce un mes después de que se le ordenara a Tesla pagar casi $137 millones de dólares a un empleado que fue sometido a abuso racista, discriminación y acoso en la planta de Fremont, de acuerdo con la corte federal. En la demanda, un antiguo ascensorista, Owen Diaz, dijo que se enfrentaba a un entorno de trabajo hostil en Tesla que implicaba “epítetos racistas diarios”, como la palabra que empieza con n.