El término “pudrición cerebral” (brain rot), definido como “la degradación mental causada por el consumo excesivo de contenido trivial en línea”, fue elegido como palabra del año por Oxford University Press. Este concepto no podría ser más apropiado para describir los efectos devastadores que el uso compulsivo de internet tiene en nuestra salud mental. Prácticas como el scroll infinito y el doomscrolling, omnipresentes en la era digital, están deteriorando nuestra atención, memoria y bienestar general. Pero, ¿qué está ocurriendo realmente en nuestro cerebro?
La ciencia detrás de la “pudrición cerebral”
Diversos estudios académicos de prestigiosas instituciones como la Universidad de Harvard, Oxford y el King’s College London han demostrado cómo el uso intensivo de internet está afectando nuestras capacidades cognitivas. Los investigadores han descubierto que el exceso de información trivial, impulsado por plataformas digitales y redes sociales, puede reducir la materia gris del cerebro. Esto se traduce en una atención dispersa, menor capacidad de memorización y alteraciones en los procesos cognitivos. Incluso se habla de “demencia digital” cuando este fenómeno afecta a niños y adolescentes en etapas críticas de desarrollo.
Un estudio de Stanford realizado en 2018 reveló que las personas que interactúan con múltiples plataformas digitales de manera frecuente presentan una menor capacidad de atención y memoria. De manera similar, la Dra. Gloria Mark, profesora de la Universidad de California y autora de Attention Span, encontró que, en 2004, la atención promedio en un dispositivo digital era de dos minutos y medio, mientras que, para 2018, había disminuido a solo 47 segundos.
Doomscrolling: el consumo obsesivo de noticias negativas
El doomscrolling es un hábito que no solo afecta nuestra cognición, sino también nuestra salud física y emocional. Consumir noticias alarmantes de forma constante activa nuestro sistema límbico y amígdala, llevando al cerebro a un estado de hiperalerta. Esto puede desencadenar dolores de cabeza, tensión muscular, insomnio y hasta presión arterial alta. Pero eso no es todo. Un estudio de 2024 publicado en Computers in Human Behavior Reports reveló que el doomscrolling genera altos niveles de ansiedad existencial.
La Dra. Aditi Nerurkar, de la Escuela de Medicina de Harvard, explica que el doomscrolling puede provocar el fenómeno conocido como “cerebro de palomitas”. Este ocurre cuando la sobreestimulación en línea sobrecarga nuestro cerebro, dificultándonos adaptarnos al ritmo más pausado del mundo real.
El scroll infinito: el diseño de la adicción
El scroll infinito, una técnica de diseño web que permite a los usuarios consumir contenido de forma continua sin interrupciones, está diseñado para maximizar el tiempo que pasamos conectados. Este mecanismo manipula el sistema de recompensas dopaminérgicas del cerebro, generando ciclos de adicción similares al efecto del “tazón de sopa sin fondo” estudiado en experimentos psicológicos.
Tristan Harris, quien fue encargado de ética del diseño en Google, advirtió al Congreso de EE. UU. en 2019 que las plataformas digitales están inmersas en una “carrera hacia el fondo del tallo cerebral”, explotando emociones básicas como el miedo y la ira para capturar nuestra atención.
Cómo combatir el el scroll infinito y el doomscrolling
Aunque las evidencias son alarmantes, movimientos como el auge de los “teléfonos tontos” (dumbphones) y campañas por una infancia libre de smartphones ofrecen alternativas. Por otro lado, los expertos recomiendan estrategias simples pero efectivas para recuperar el control:
- Mantener el teléfono fuera del alcance al despertar, durante las comidas y al trabajar.
- Desactivar notificaciones y reducir la saturación de colores en la pantalla.
- Priorizar noticias locales y actividades en la vida real.
Reconocer el problema es el primer paso para proteger nuestra salud mental. Si tomamos conciencia de cómo prácticas como el doomscrolling y el scroll infinito están afectando nuestras vidas, podremos redirigir nuestra atención hacia actividades más significativas y productivas, en lugar de permitir que se pierda en un mar de contenido trivial.