Un nuevo paso en la autenticación biométrica se podría dar en el futuro cercano, ya que investigadores de la Universidad de Fukuoka en Japón, están tratando de conseguir que la respiración se una a las ya clásicas huellas dactilares, iris del ojo y reconocimiento facial.
En un informe publicado en Chemical Communications, investigadores del Instituto de Química e Ingeniería de Materiales de la Universidad de Kyushu, en colaboración con la Universidad de Tokio, han desarrollado un sensor olfativo capaz de identificar individuos mediante el análisis de los compuestos en su aliento.
Combinado con el aprendizaje automático, esta «nariz artificial», construida con una matriz de sensores de 16 canales, pudo autenticar hasta 20 personas con una precisión promedio de más del 97%.
«Estas técnicas se basan en la singularidad física de cada individuo, pero no son infalibles. Las características físicas pueden ser copiadas, o incluso comprometidas por una lesión», explica Chaiyanut Jirayupat, primer autor del estudio. «Recientemente, el olor humano ha estado emergiendo como una nueva clase de autenticación biométrica, esencialmente utilizando su composición química única para confirmar quién es usted».
Uno de esos objetivos ha sido el gas percutáneo, compuestos producidos a partir de la piel. Sin embargo, estos métodos tienen sus límites porque la piel no produce una concentración lo suficientemente alta de compuestos volátiles para que las máquinas los detecten.
Entonces, el equipo se volvió para ver si el aliento humano podría usarse en su lugar.
«La concentración de compuestos volátiles de la piel puede ser tan baja como varias partes por billón o billón, mientras que los compuestos exhalados de la respiración pueden llegar tan alto como partes por millón», continúa Jirayupat. «De hecho, el aliento humano ya se ha utilizado para identificar si una persona tiene cáncer, diabetes e incluso COVID-19».
Al probar el sistema con muestras de aliento de seis personas, los investigadores encontraron que podía identificar a las personas con una precisión promedio del 97.8%. Este alto nivel de precisión se mantuvo constante incluso cuando el tamaño de la muestra se incrementó a 20 personas.
«Este era un grupo diverso de individuos de diferente edad, sexo y nacionalidad. Es alentador ver una precisión tan alta en todos los ámbitos», explica Takeshi Yanagida, quien dirigió el estudio.
Sin embargo, admite que se necesita más trabajo antes de que llegue a su próximo teléfono inteligente.
«En este trabajo, requerimos que nuestros sujetos ayunaran seis horas antes de la prueba», concluye Yanagida. «Hemos desarrollado una buena base. El siguiente paso será refinar esta técnica para que funcione independientemente de la dieta. Afortunadamente, nuestro estudio actual mostró que agregar más sensores y recopilar más datos puede superar este obstáculo».