Google se podría parecer en algunas cosas a Star Trek The Next Generation, ya que también está buscando que “El Espacio sea la última frontera”, o al menos eso es lo que pretende con el Proyecto Suncatcher.
Se trata de un ambicioso proyecto de investigación que suena sacado de una película de ciencia ficción, pero que es completamente real. La idea central es revolucionaria: llevar servidores de inteligencia artificial al espacio mediante satélites solares interconectados. Imagínate los gigantescos centros de datos que conocemos en la Tierra flotando en órbita, alimentados directamente por la energía del Sol
¿Por qué el espacio? La razón: el Sol emite más potencia que 100 billones de veces la energía eléctrica total que consume la humanidad. En la órbita adecuada, un panel solar puede ser hasta 8 veces más productivo que en la Tierra, generando energía de manera casi continua. Esto significa menos baterías, menos peso y, lo más importante, una fuente de energía prácticamente ilimitada para entrenar y ejecutar modelos de IA.
Hoy anunciamos el Proyecto Suncatcher, nuestra nueva investigación que se lanzará a la luna para escalar el aprendizaje automático en el espacio. Trabajando hacia atrás desde este futuro potencial, estamos explorando cómo una red interconectada de satélites alimentados por energía solar, equipados con nuestros chips de IA de la Unidad de Procesamiento Tensorial (TPU), podría aprovechar toda la potencia del Sol, dice Google
Cómo funcionaría este sistema
Google imagina una constelación compacta de satélites solares equipados con TPUs (sus aceleradores de inteligencia artificial especializados) conectados entre sí mediante enlaces ópticos de espacio libre. Es decir, satélites que se comunican disparándose rayos láser de altísima velocidad. Estos satélites orbítarían juntos en una formación muy cerrada, a unos 650 kilómetros de altitud, en lo que se llama una órbita sincrónica amanecer-atardecer, donde estarían expuestos a luz solar casi constante.
Para que esto funcione, Google ha identificado y comenzado a resolver cuatro desafíos monumentales:
1. Comunicación de velocidad de rayo láser entre satélites: Los satélites necesitarían comunicarse a velocidades de decenas de terabits por segundo, comparables a los centros de datos terrestres. Google ya logró transmitir 1.6 terabits por segundo entre dos transceivers en un prototipo de laboratorio.
2. Mantener los satélites en formación cerrada: Imagina mantener decenas de satélites volando a solo cientos de metros unos de otros mientras orbitan la Tierra. Suena imposible, pero los modelos de física orbital de Google muestran que solo necesitarían maniobras menores de corrección. El equipo utilizó ecuaciones matemáticas complejas (las ecuaciones de Hill-Clohessy-Wiltshire) para analizar cómo la gravedad terrestre afectaría a esta formación.
3. Radiación espacial: Las partículas cósmicas en el espacio son destructivas para los circuitos electrónicos. Google probó sus TPU Trillium con haces de protones de 67 megaelectronvoltios. Lo sorprendente: los chips resultaron ser increíblemente resistentes a la radiación, tolerando casi el triple de la dosis esperada para una misión de cinco años.
4. Costos de lanzamiento: Históricamente, enviar cosas al espacio ha sido astronomicamente caro. Pero los análisis de Google sugieren que para mediados de los años 2030, los costos de lanzamiento podrían caer a menos de $200 por kilogramo, haciendo que una estación de datos espacial sea economicamente comparable a un centro de datos terrestre.
Siguientes pasos: del laboratorio a la órbita

Aquí es donde se vuelve real. Google no solo está especulando. En asociación con la empresa Planet, planean lanzar dos satélites prototipo a principios de 2027 para poner a prueba realmente cómo funcionan estos sistemas en el espacio. Será un experimento piloto para validar sus modelos teóricos y ver si los TPUs pueden distribuir tareas de aprendizaje automático a través de enlaces ópticos en órbita.
Esto no es la primera vez que Google intenta lograr lo imposible. El mismo equipo de investigación hace más de una década comenzó a trabajar en computadoras cuánticas a gran escala, algo que entonces parecía un sueño. También imaginaron vehículos autónomos hace 15 años, lo que eventualmente se convirtió en Waymo, que hoy transporta a millones de pasajeros. Project Suncatcher sigue esa tradición de ambición y visión de futuro.
¿Qué significa esto para nosotros?
Por ahora, esto es investigación de frontera. Google reconoce abiertamente que hay muchas incógnitas y desafíos de ingeniería sin resolver, como gestión térmica en el espacio, comunicaciones de banda ancha con la Tierra, y confiabilidad de sistemas en órbita. Pero si Project Suncatcher llega a realizarse, podría revolucionar cómo entrenamos los modelos de IA más grandes del mundo. Imagina servidores que nunca se quedan sin energía, impulsados por el Sol, orbitando sobre nuestras cabezas. Es ciencia ficción hecha realidad, y Google ya está escribiendo los primeros capítulos de esta historia.