Como si se tratara del argumento de 12 Monos, si se quisiera regresar en el tiempo al origen de las videollamadas, ese viaje llevaría al 20 de abril de 1964, cuando los Laboratorios Bell mostraron en una feria en Queens, Nueva York, la primera videollamada de la historia.
El aparato que permitía aquella forma de comunicación era el Picturephone, una pantalla enlazada a un teléfono que tenía un aspecto futurista propio del art déco. La primera llamada 10 diez minutos y tuvo como protagonistas a los ganadores del Mr. y Mrs. América de 1964.
Tecnológicamente, el Picturephone era una proeza, ya que transmitía video a través de una línea telefónica convencional. La imagen se transmitía en blanco y negro y alcanzaba los 30 cuadros por segundo.
Dos meses después de aquella primera demostración pública, los Laboratorios Bell y AT&T lanzaron un servicio público de videollamadas en las ciudades de Nueva York, Washington DC y Chicago. Los costos oscilaban entre los $16 y los $27 dólares por minuto, que adaptados a la inflación rebasan los $100 dólares.
Los costos, notablemente más altos que los del servicio de llamadas convencionales, condenaron el servicio de videollamadas, que fue cancelado cuatro años más tarde, en 1968.
Pese a aquel fracaso inicial, AT&T mantuvo interés en el despliegue de la tecnología. En 1970 incluso organizó una videollamada entre el entonces alcalde de Pittsburgh Pete Flaherty y John Harper, presidente de la compañía acerera Alcoa. Aquella videollamada, recordada en los anales de AT&T, fue un acto publicitario más que una genuina demostración de la utilidad de la tecnología, pues entre ambos personajes apenas había una cuadra de distancia.
Para 1975, la compañía calculó que habría 100,000 Picturephones desplegados en varias ciudades de Estados Unidos. Las previsiones empresariales contrastaron con la realidad; la adopción del aparato futurista no llegó ni al 1 por ciento (453 Picturephones activos en 1973).
Pese a su fracaso comercial, indudablemente el Picturephone sentó las bases para una tecnología que 50 años después se convertiría en un estándar de la comunicación contemporánea: las videollamadas. En 2020, este tipo de comunicación se volvió el pan de cada día para trabajadores obligados a laborar en casa, pero también como una vía de comunicación para las familias separadas por el COVID-19.