Un estudio realizado por arqueólogos de la Universidad de Durham del Reino Unido sugiere que el perro es el mejor amigo del hombre desde hace 23,000 años, cuando un grupo de humanos domesticaron a los primeros perros en Siberia.
Los expertos, liderados por la arqueóloga Angela Perri, basan sus aseveraciones en la comparación de muestras de ADN canino y humano obtenidas en el complejo arqueológico siberiano de Afontova Gora. La científica explica que los genomas recopilan mutaciones pequeñas y aleatorias que los genetistas pueden comparar para señalar más o menos hace cuánto tiempo dos especies compartieron un ancestro común. Y los datos analizados por los arqueólogos de la Universidad de Durham apuntan a humanos conocidos como antiguos siberianos del norte, y como ancestros caninos, ni más ni menos que lobos.
Ambas especies se habrían hermanado por un objetivo común tan primitivo como ellos: la supervivencia. Envueltos en la última era glacial, ambos se habrían encontrado en refugios para mitigar el frío. “Las condiciones climáticas pueden haber acercado a las poblaciones de humanos y lobos dentro de áreas de refugio”, destacan Perri y sus colegas.
El proceso de domesticación no habría distado mucho de la forma en la que humanos y perros interactúan en la actualidad. La relación habría girado en torno al alimento, probablemente con los perros ancestrales merodeando los asentamientos humanos en busca de restos de comida. Aquellos que se mostraron dóciles habrían recibido alimento por parte de los humanos, apuntan los expertos.
Eventualmente, esa amistad labrada en la sobrevivencia habría abierto el camino para que los lobos evolucionaran en especies más similares a las que hoy conocemos como perros. Este proceso ya se ha observado en otros animales domesticados, como los cerdos.