El reciente robo en el Museo del Louvre, ocurrido el 19 de octubre de 2025, fue un atraco rápido, pero muy particular, donde un comando de cuatro ladrones disfrazados de obreros accedió al segundo piso usando un elevador montado en un camión para cortar una ventana y entrar a la Galería de Apolo. En menos de siete minutos, robaron ocho joyas imperiales de la corona francesa, valoradas en unos 100 millones de dólares, incluyendo piezas históricas de la época napoleónica y de la familia real francesa.
Este robo ha generado gran conmoción por la vulnerabilidad que mostró el museo, considerado uno de los más seguros del mundo, y ha puesto en jaque la seguridad en las instituciones culturales francesas.
Por eso, lo más vergonzoso fue un informe que salió en el periódico francés Libération informa que varias auditorías de los sistemas de seguridad del museo han revelado problemas evidentes. Una de esas auditorías realizada en 2014 por la agencia nacional de ciberseguridad de Francia mostró que, de hecho, la contraseña del sistema de videovigilancia del Louvre era “Louvre”.
Pero aún hay más en el precario sistema digital del museo: las auditorías posteriores encontraron “graves deficiencias” en los sistemas del museo, en particular el fácil acceso a los tejados durante los períodos de construcción y el software de seguridad que tenía más de dos décadas de antigüedad y ahora no cuenta con el apoyo de su desarrollador.
El Louvre operaba servidores con Windows Server 2003 y, hasta hace poco, aún coexistían equipos con Windows 2000, un sistema operativo abandonado hace más de una década.