La escasez de semiconductores a nivel mundial ha tenido un grave efecto en la producción y venta de distintos aparatos tecnológicos.
Esta situación se ha visto agravada por la pandemia de coronavirus que ha dejado al descubierto la dependencia de los países hacia la importación de componentes.
En este sentido, la Unión Europea quiere duplicar su producción de chips durante la próxima década para depender menos de otros territorios, en especial los asiáticos.
La idea es generar una mayor autonomía al incrementar la producción. Así, para 2030, la UE quiere representar 20 por ciento de la fabricación mundial de semiconductores y producir chips de última generación.
Con esto se busca recuperar terreno en un mercado que mueve cerca de $433,000 millones de dólares al año y donde el Viejo Continente representa apenas 9 por ciento.
Próximamente, la Comisón Europea deberá proponer la Ley Europea de Chips, que combinaría una estrategia de investigación con un aumento de la capacidad de producción, incluida la construcción de megafábricas y la colaboración con otros países para diversificar el suministro.
Mientras se materializa esta propuesta en 2022, las autoridades europeas quieren evaluar la creación de un fondo específico que complemente la financiación que moverán a través del Proyecto de Interés Común en Microelectrónica, la Alianza en Semiconductores o el presupuesto europeo.
Sin embargo, muchos expertos creen que centrarse en la fabricación de chips no es la estrategia más adecuada para Europa.
“Donde la estrategia es problemática, es en que mucho del énfasis se pone en estas megafábricas, que es el camino más caro y probablemente menos efectivo”, señaló a EFE Niclas Poitiers, experto del centro de estudios Bruegel.