Cómo una demostración de que las aguas de Fukushima, donde se comenzaron a verter los residuos de la planta nuclear, el premier japonés Fumio Kishida degustó junto a tres ministros un sashimi de lenguado y otros productos de la región.
“Es muy bueno”, afirma Kishida frente a la cámara después un bocado de sashimi, llamando a consumir estos productos del mar japoneses “seguros y deliciosos”.
La semana pasada, Japón comenzó a verter en el océano Pacífico el agua procedente de los reactores dañados de la central nuclear de Fukushima-Daiichi, en el noreste de Japón, por el tsunami de 2011.
¿Son seguras las aguas de Fukushima?
Tras pasar por un proceso de filtración, el agua de refrigeración -considerada inofensiva- se verterá en el océano Pacífico a través de un túnel de un kilómetro de longitud. Los residuos altamente radiactivos permanecerán en tierra. Se estima que el vertido durará 30 años. Los restos altamente radioactivos permanecen en tierra. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el impacto en las personas y el medio ambiente es «insignificante».
Previamente a su vertido, tanto el agua de refrigeración como las aguas subterráneas contaminadas son sometidas a un proceso de filtración mediante el Sistema de Procesamiento Líquido Avanzado, conocido como ALPS (Advanced Liquid Processing System). Este sistema es capaz de filtrar 62 radionucleidos, a excepción del isótopo radiactivo tritio. En vista de esto, Tokyo Electric Power Company (Tepco) tiene la intención de diluir el agua hasta lograr una concentración de tritio de alrededor de 1.500 becquereles por litro, lo que representa menos de una cuadragésima parte del estándar nacional de seguridad. Si los niveles superan el umbral tras el proceso de filtración, se repetirá el proceso de purificación, según asegura Tepco.
El tritio residual es un isótopo del hidrógeno. A pesar de su radioactividad, su potencial de peligro es considerablemente menor en comparación con el cesio 137 o el estroncio 90. Dado que el tritio emite una radiación beta suave, una simple lámina de plástico o la piel humana pueden atenuar gran parte de la radiación.
Según el radioecólogo Prof. Dr. Georg Steinhauser, verterlo al mar es, por tanto, la opción más adecuada. «Quien esté preocupado por el tritio no está suficientemente informado. El tritio no supone ningún peligro para las personas o el medio ambiente si se diluye lentamente en el mar».