La encriptación o cifrado es la conversión de datos de un formato legible a uno codificado, de modo que estos solo puedan ser leídos o procesados luego de ser descifrados. Y si bien se dice que este método de ciberseguridad sirve para proteger a los criminales, lo cierto es que también protege a activistas, grupos perseguidos y ciudadanos comunes, ya que cuida sus datos personales en línea.
Una de las personas que ha sido beneficiada con esto es Edward Snowden, el consultor tecnológico estadounidense que filtró datos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) en 2013. Para algunos es visto como un héroe, pero para otros es alguien que traicionó a su país.
De cualquier manera, los primeros mensajes que envió Snowden a los periodistas del medio que expuso las filtraciones, The Guardian, fueron encriptados. Estos revelaron, principalmente, que la NSA construía en secreto una vasta base de datos de Estados Unidos con los registros telefónicos de las personas, lo que invadía su privacidad. Por eso Snowden promueve el cifrado.
Ahora, el problema es que la encriptación que utilizamos cada día se ve amenazada por los gobiernos a nivel mundial, y hay razones comprensibles, como la protección de los niños, por ejemplo. Pero lo que esconde esa amenaza al cifrado es que los gobiernos pueden utilizar nuestros datos (desde mensajes cotidianos hasta las comunicaciones internas confidenciales de una empresa) para la vigilancia estatal y el control de la gente, en especial en los regímenes autoritarios.
Es por eso que un grupo formado por organizaciones civiles y empresas de tecnología llamado Global Encryption Coalition (GEC) lanzó una campaña a favor de métodos de encriptación más fuertes con el llamado Día Mundial del Cifrado, que se celebró el 21 de octubre.
En ese contexto, Snowden, quien es miembro de la junta directiva de Freedom of the Press Foundation, ha dicho categóricamente: “Si debilitan el cifrado, la gente morirá. Solo este año, después de la caída del gobierno de Afganistán, vimos cuán crucial es el cifrado para mantener a la gente común a salvo”.
“La pandemia de COVID hizo ver qué tan esenciales son las aplicaciones de mensajería cifradas en nuestros teléfonos para comunicarnos con nuestros seres queridos si estamos enfermos y necesitamos ayuda… Me habría sido imposible denunciar sin la encriptación”, agregó Snowden desde Rusia en la conferencia de prensa del Día Mundial del Cifrado.
También mencionó: “He visto de primera mano cómo los gobiernos pueden abusar del poder que tienen para acceder a los datos personales de personas inocentes en nombre de la seguridad nacional (…) Debilitar el cifrado sería un error colosal que podría poner en riesgo miles de vidas”.
Los políticos afirman, con justificación, que las bandas criminales, los terroristas y los pedófilos utilizan el cifrado, lo que dificulta su investigación. Pero también lo usan los manifestantes por la justicia racial para evitar la vigilancia policial, las personas LGBTQ+ en países donde su orientación sexual está criminalizada y los periodistas, quienes utilizan este método de seguridad para proteger a sus fuentes.
“Ahora más que nunca los periodistas se enfrentan a amenazas digitales a su trabajo y seguridad”, dijo Lisa Dittmer, portavoz de Internet Freedom, Reporters Without Borders. “El cifrado juega un papel fundamental en la protección de los periodistas y sus fuentes, permitiéndoles compartir información incluso en los entornos más peligrosos”, mencionó.
El cifrado de extremo a extremo, como el que utiliza WhatApp, permite que los mensajes enviados desde un dispositivo puedan ser descifrados solo por el dispositivo al que se le envían. Es decir, los mensajes viajan desde el remitente hasta el destinatario en forma cifrada, lo que garantiza una conversación privada.
Este método dificultaría la implementación de programas de espionaje a la población como el que Snowden expuso, lo que puede ser una de las razones por las que los gobiernos quieren eludirlo.
Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, Rusia y China le piden a las grandes empresas de tecnología, como Facebook y Apple, que generen puertas traseras en sus sistemas cifrados de extremo a extremo, o sea, un método para evadir el cifrado o la autenticación, para permitir que alguien externo (en este caso una autoridad) pueda acceder a todos los datos del dispositivo.
Por otro lado, en Reino Unido existe un proyecto de ley de seguridad en línea que busca responsabilizar penalmente a los proveedores de servicios por los actos de sus usuarios en caso de que las autoridades policiales no puedan acceder a sus datos cifrados.
Sin embargo, estas propuestas podrían hacer más vulnerables a las personas. De hecho, cualquier puerta trasera de cifrado puede ser un objetivo para los malintencionados, y la información a la que acceden podría amenazar tanto la seguridad nacional como la privacidad individual.
“El cifrado nos hace a todos más seguros. Desde familias que protegen fotografías de sus hijos hasta información médica personal, el cifrado mantiene nuestra información privada en privado”, aseguró Snowden.