Un político alemán de muy vieja data, Otto von Bismack, solía decir, “la política no es una ciencia exacta” y mucho menos lo son los líderes políticos, especialmente aquellos que desbordan carisma, espontaneidad y deslumbran a las masas con actitudes del todo o nada. Por cierto, estos no son complementos, son solo observaciones y adjetivos para poder analizar el fenómeno político en la persona de Donald Trump.
Si sabe o no lo que esta haciendo cada vez que logra la atención mediática es solo una variable de las tantas que confabulan en la escena política del republicano. Trump es el candidato ideal que se alimenta y crece con el Internet y las herramientas comunicacionales que se derivan del mismo, es un político/hombre de negocios que con aquellos que lo aplauden y aquellos que lo repudian avanza en sus objetivos de mantener la atención de todos.
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Lo más interesante es que, a pesar de no ser un genio en el uso del Internet, solo basta con comparar la máquina comunicacional de los demócratas Hillary y Sanders, para darnos cuenta que Trump no es el candidato que invierte recursos o tiempo en las redes sociales, lo que Trump si sabe, es alimentar de información a las mismas, es un «espectáculo del Internet» escribe Douglas Rushkoff.
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Trump ha logrado algo que parecía imposible, estar de primero en las encuestas de su partido, y todo bajo un esquema al que llamo “el sin querer queriendo”, al puro estilo del Chavo del 8, cuando hizo algo que no debía y quería justificarlo. Primero fueron las críticas hacia los inmigrantes mexicanos que llegan a Estados Unidos, a los que calificó de «criminales» y «violadores», después propuso enfáticamente levantar un «gran muro» en la frontera entre los dos países y finalmente, tuvo el atrevimiento de decir que «México lo pague».
El candidato republicano dice lo que le da la gana y cuando le da la gana, esto ha creado una atención mediática sin precedentes en la historia de la política estadounidense. Primordialmente, porque existe el factor de las redes sociales y los medios se nutren con cada comentario que sale de la boca del candidato.
Un porcentaje importante del público estadounidense lo apoya y sobretodo le de la razón mientras que otra mayoría lo repudia, esta es la fórmula perfecta para mantenerse en la palestra noticiosa. Conclusión, Trump ha hecho algo que muy pocos candidatos se han atrevido, romper con los Tabúes, es un especie de receta mágica que parece perdurable en el tiempo.