Tras analizar la inclinación orbital de una de sus lunas, el Instituto SETI y la Universidad de Purdue determinaron que Marte pudo tener anillos en el pasado.
El estudio indica que Deimos, uno de los dos satélites del planeta rojo descubierto en 1877 y que se pensaba que podía ser un asteroide, tiene una órbita muy extraña, con una inclinación de dos grados.
«El hecho de que la órbita de Deimos no esté exactamente en el plano con el ecuador de Marte no se consideró importante y a nadie le importó tratar de explicarlo», dice la autora principal Matija Ćuk, del Instituto SETI.
«Pero una vez que tuvimos una gran idea nueva y la miramos con nuevos ojos, la inclinación orbital de Deimos reveló su gran secreto», señaló la investigadora.
Sin embargo, la hipótesis no es nueva. En 2017, David Minton, profesor de la Universidad de Purdue y su entonces estudiante graduado Andrew Hesselbrock, notaron que la luna interior de Marte, Phobos, estaba perdiendo altura a medida que su pequeña gravedad interactuaba con el planeta.
Ello implica que la órbita de Phobos caería demasiado bajo y la gravedad de Marte la separaría para hacer un anillo a su alrededor. Hesselbrock y Minton propusieron que durante miles de millones de años, generaciones de lunas marcianas fueron destruidas y convertidas en anillos. Cada vez, el anillo daría lugar a una luna nueva y más pequeña para repetir el ciclo nuevamente.
El Instituto SETI explica que «esta teoría cíclica de la luna marciana tiene un elemento crucial que hace posible la inclinación de Deimos: una luna recién nacida se alejaría del anillo y de Marte. Una luna que migra hacia afuera, más allá de los anillos, puede encontrar una llamada resonancia orbital, en la cual el período orbital de Deimos es tres veces mayor que el de la otra luna».
El descubrimiento de la resonancia orbital de Marte casi confirma la teoría cíclica de la luna-anillo, que significaría que el planeta rojo tuvo un prominente anillo durante gran parte de su eistencia.