Pocas cosas son más desagradables que servirnos un vaso de leche y darnos cuenta de que estaba agria. Pero, ¿qué tal si el recipiente te puediera avisar cuando la leche está a punto de echarse a perder, nada menos que mandándote un mensaje texto?
Pensando en esto y más, un equipo de científicos del Trinity College de Dublín ha creado los primeros transistores impresos del mundo que están compuestos exclusivamente de nanomateriales 2D. Están muy emocionados y con buenas razones.
«Podríamos imaginar la posibilidad de que algún día tengamos circuitos impresos en envases de alimentos, de modo que en lugar de tener un código de barras, tengas un circuito que pueda comunicar información al usuario», dijo a Digital Trends el profesor Jonathan Coleman, un científico que trabajó en el proyecto. «Eso podría significar que un cartón de leche podría enviarte un mensaje de texto cuando la leche está a punto de malograrse».
Otro uso posible, dijo Coleman, es el concepto de pantallas ultradelgadas, similares al papel, que podrían ser incrustadas en periódicos o revistas, o colgadas en la pared como si fueran carteles o cuadros pero con movimiento.
Estos son conceptos que el laboratorio no ha desarrollado todavía, pero es un futuro que el trabajo del equipo está ayudando a crear. Mientras que los investigadores han explorado la electrónica impresa durante décadas, y es un campo relativamente maduro, lo que hace que este nuevo trabajo es mejorar la tecnología añadiendo grafeno a la mezcla, lo que resulta en circuitos bidimensionales increíblemente delgados.
El grafeno tiene una serie de interesantes cualidades, tales como resistencia y conductividad, pero lo mejor es que también es barato, lo que es exactamente lo que estas aplicaciones requerirían. Después de todo, nadie va a pagar $15 dólares por un galón descartable de leche sólo porque puede mandarnos un texto.
El trabajo del equipo está publicado en la edición de este mes en la revista Science. La técnica de producción de nanomateriales 2D ha sido licenciada a Samsung y la compañía química Thomas Swan. El proyecto fue financiado como parte de la multimillonaria iniciativa emblemática Grafeno Flagship, que se refiere a un programa de la Unión Europea diseñado para explorar casos de innovadores usos para el grafeno.