Un interesante estudio de la Universidad de Copenhague y el Instituto Wellcome Sanger (Reino Unido) han realizado el análisis genético más grande y profundo de uno de los parásitos más antiguos que se encuentran en los humanos: el gusano látigo, todo a partir de la caca de los vikingos. El informe fue publicado en la revista Nature Communications.
El estudio sugiere que el ser humano y el parásito han desarrollado una delicada interacción a lo largo de miles de años, por la cual el parásito intenta permanecer «bajo el radar» para no ser repelido, lo que le permite más tiempo para infectar a nuevas personas. De otros estudios, se sabe que el gusano látigo estimula el sistema inmunológico humano y el microbioma intestinal, para el beneficio mutuo tanto del huésped como del parásito.
Si bien el gusano látigo (Trichuris trichiura) es ahora raro en los países industrializados, y con mayor frecuencia solo causa problemas menores entre individuos sanos, se estima que el parásito afecta a 500 millones de personas en los países en desarrollo.
«En las personas que están desnutridas o tienen sistemas inmunológicos deteriorados, el gusano látigo puede conducir a una enfermedad grave. Nuestro mapeo del gusano látigo y su desarrollo genético facilita el diseño de medicamentos antiparasitarios más efectivos que se pueden usar para prevenir la propagación de este parásito en las regiones más pobres del mundo», dice el profesor Christian Kapel del Departamento de Ciencias Vegetales y Ambientales de la UCPH.
Los científicos además explicaron la manera para llegar a este gusano látigo:
«Hemos sabido durante mucho tiempo que podíamos detectar huevos de parásitos de hasta 9000 años de antigüedad bajo un microscopio. Por suerte para nosotros, los huevos están diseñados para sobrevivir en el suelo durante largos períodos de tiempo. En condiciones óptimas, incluso el material genético del parásito se puede preservar extremadamente bien. Y algunos de los huevos más antiguos de los que hemos extraído algo de ADN tienen 5000 años. Ha sido bastante sorprendente mapear completamente el genoma de huevos de gusano látigo bien conservados de 1000 años de antigüedad en este nuevo estudio», explica Christian Kapel.
Entre otras cosas, los investigadores recolectaron muestras de heces con huevos de tricocéfalo de asentamientos vikingos en Dinamarca, Letonia y los Países Bajos. Las muestras genéticas antiguas se compararon con muestras contemporáneas de personas con tricocéfalos de muchos países de África, América Central, Asia y Europa.
El Centro para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) estima que entre 604 y 795 millones de personas están infectadas por tricuriasis en todo el mundo.