El mejor amigo del hombre. O eso es, por lo menos, lo que decimos quienes amamos a los perros. Sin embargo, estos compañeros peludos no siempre fueron como ahora los conocemos.
De hecho, hubo un momento de la historia en que se comportaban como animales silvestres, como dignos descendientes de los lobos. ¿Qué pasó entonces?
Para acercarse a una explicación, hay que remontarse a la Edad Media, en específico a un periodo entre 29 mil y 14 mil años atrás.
En ese momento, los cazadores recolectores que se desplazaban por los fríos escenarios del norte de Eurasia comenzaron a alimentar a los lobos con los restos de la carne que ellos cazaban.
Esto habría beneficiado a hombres y animales, porque terminó posibilitando la domesticación de estos últimos.
La carne era demasiado magra y muy abundante como para los reducidos grupos de personas. Entonces, los humanos dieron las sobras a los lobeznos, que terminaron siendo criados como mascotas, según el estudio publicado este jueves en Scientific Reports.
A partir de ese momento, se empezaron a criar perros más dóciles que tuvieran como fin ayudar a las personas, lo que pudo dar origen a los leales compañeros que conocemos hoy en día.
Todo por la incapacidad del organismo de seguir ingiriendo más carne, ya que los investigadores suponen que, al igual que en el presente, los humanos antiguos adquirían el 45 por ciento de sus calorías de la proteína animal.
En otras palabras, el ser humano no puede sobrevivir con una dieta basada solo en carne.