No es un secreto que Facebook se ha encontrado en el ojo del huracán en varias ocasiones debido a las controversias suscitadas por el manejo de datos de sus miles de millones de usuarios. Situaciones de seguridad como el escándalo de Cambridge Analytica, o las acusaciones de noticias falsas que supuestamente influyeron en las últimas elecciones de los Estados Unidos, han mermado la confianza del público en general.
En base a eso, la compañía ha dado a conocer en varias ocasiones sus intenciones de trabajar continuamente para ganarse la confianza de sus usuarios, y revelado una serie de cambios y medidas al respecto. Sin embargo, según un informe del New York Times, documentos filtrados plantean serias dudas sobre su enfoque.
La pregunta esencial parece ser: ¿cómo puede Facebook monitorear miles de millones de publicaciones por día, en más de cien idiomas, y hacerlo de una manera efectiva y sin dañar el crecimiento de su plataforma? La solución de la empresa, que se jacta de estar a la vanguardia en avances tecnológicos, es, según el Times, una red de empleados que utilizan diapositivas de PowerPoint para explicar y determinar lo que está o no prohibido en la plataforma.
En efecto, se reveló que docenas de empleados de Facebook se reúnen dos veces al mes para idear las reglas, discutiendo lo que los dos mil millones de usuarios del sitio deberían poder publicar. Las pautas que surgen de estas reuniones se envían a más de 7,500 moderadores de todo el mundo.
La investigación ha descubierto que las reglas son extensas, y hacen de la compañía una especie de «árbitro censurador del discurso global», mucho más poderoso de lo que ha sido públicamente reconocido por la propia empresa.
Un empleado que dijo que temía que la compañía ejerciera demasiado poder, debido a la poca supervisión y la posibilidad de cometer demasiados errores, proporcionó al Times más de 1,400 páginas de los libros de reglas. La examinación de los archivos reveló numerosos errores y controversias. Para añadir a la polémica, a medida que los empleados de Facebook buscan las “respuestas correctas”, han permitido que el lenguaje extremista florezca en algunos países, al tiempo que se censura el discurso general en otros.
Incluso se dio a conocer que los moderadores a veces dependen de Google Translate, y tienen solo algunos segundos para recordar innumerables reglas y aplicarlas a los cientos de publicaciones que aparecen en sus pantallas cada día.
Esta parece ser solo la punta del iceberg, y, de ser ciertas las revelaciones, no sería de extrañarse que mermarán aún más la confianza de los usuarios en la red social.