Ser un ermitaño o un asceta y creer en la ciencia no es algo que esté peleado, o al menos no para el serbio Panta Petrovic, quien a pesar de llevar 20 años alejado de la sociedad decidió vacunarse contra el COVID-19.
De acuerdo con un reportaje de France 24, Petrovic ha tenido una vida inusual durante los últimos 20 años en una cueva de la montaña de Stara Planina, en el sur de Serbia. Tras donar todo su dinero a la comunidad para financiar la construcción de tres puentes en su ciudad (Pirot), el hombre se retiró a las montañas serbias donde duerme en una cama heno, utiliza una vieja bañera como retrete y convive con sus animales de compañía (varias cabras y gallinas, una treintena de perros y gatos, y una jabalina de 300 kilos llamada Mara).
Petrovic se alimentaba de setas y pescados de un arroyo local, pero debido a que un lobo atacó a algunos de sus animales se vio obligado a alejarse a zonas más cercanas a la ciudad para mantenerlos a salvo y también para buscar restos de comida en los contenedores de basura. En uno de esos viajes, el hombre se enteró de la existencia de la pandemia en curso de COVID-19, pero lo hizo mucho después de que esta hubiera comenzado.
El hombre de 70 años dice no entender el escándalo que han hecho los antivacunas y las personas que dudan de la ciencia. Sin pensarlo dos veces, solicitó vacunarse e insta a todos los ciudadanos a que lo hagan. “Quiero recibir las tres dosis, incluida la extra. Insto a todos los ciudadanos a vacunarse, a todos y cada uno de ellos”, dice al medio fuente.
Desde que se vacunó, Petrovic vive más cerca de la ciudad y se alimenta a sí mismo y a sus animales de compañía mediante donaciones de alimentos y asistencia social.