Además de Pfizer, Moderna y Sinopharm, hay otras organizaciones que desarrollan futuras vacunas para hacer frente a la pandemia. Una de ellas no es precisamente del área de la biotecnología, sino militar. En específico, se trata del ejército de Estados Unidos.
La vacuna se ha desarrollado por dos años en el Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed y de acuerdo con el sitio Defense One las primeras pruebas en humanos concluyeron hace poco. Previamente, se probaron en animales y los resultados fueron positivos.
Este vacuna tiene algunas diferencias con el resto de las existentes debido a que utiliza una proteína cuya estructura permitiría atacar diversas variantes del COVID-19 a la vez. En paralelo, el proceso de pruebas ha resultado más lento de lo esperado porque para probarlo en humanos se necesitan candidatos que no estén vacunados o que no se hayan contagiado, algo que a día de hoy es cada vez más difícil.
Los investigadores del instituto Walter Reed aseguran además que el trabajo sobre la vacuna cuenta con algunas ventajas porque —a diferencia del resto de empresas que desarrollaron vacunas— no tuvieron la necesidad de enfocarse en la urgencia de la pandemia. Aquello les permitió proyectar el desarrollo a un plazo mayor y así poder entender el virus, además de anticiparse a las inevitables mutaciones que llegaron con el tiempo.
Kayvon Modjarrad, uno de los doctores líderes de la investigación, aseguró que la variante ómicron es un recordatorio de que no hay forma de escapar del coronavirus y que más temprano que tarde todo mundo estará vacunado contra la enfermedad o ya se habrá contagiado.