El mundo podría ser completamente infértil para el 2045. Ese es el demoledor pronóstico hecho por la especialista en medicina ambiental Shanna Swan, quien lleva años estudiando la caída en las tasas de fertilidad desde la década de los setenta.
La especialista, profesora de medicina ambiental y salud pública en la Escuela de Medicina Icahn Monte Sinaí de Nueva York, profundiza sobre las causas que podrían llevar al mundo a un escenario distópico en apenas dos décadas en su libro Count Down, disponible en la plataforma Kindle de libros electrónicos.
“Comenzamos a reconocer que tenemos una crisis de salud reproductiva, aunque todavía se piensa que el problema radica en la elección de un estilo de vida o el retraso de la maternidad y no por una razón química”, contó la especialista al diario inglés The Guardian.
“Quiero que la gente sepa que sí es posible, no digo que otros factores no estén involucrados, pero los productos químicos que utilizamos tienen un papel importante”.
La experta basa su tesis en evidencia científica sobre la caída en el conteo de espermatozoides. Si en 1973 el promedio era de 99 millones de espermatozoides por mililitro, esa cifra cayó a 47.1 millones en 2011, según datos de un estudio publicado en 2017 en la revista Human Reproduction Update.
La doctora Swan apunta a un compuesto químico llamado ftalato, usado en la industria del plástico para aumentar su flexibilidad. “Están en todo el mundo y probablemente estemos expuestos principalmente a través de los alimentos, ya que utilizamos plástico blando en la fabricación, procesamiento y envasado de alimentos”, advirtió la especialista.
Agrega que la evidencia disponible dice que los ftalatos están ligados a la disminución en el conteo de espermatozoides, mientras que en mujeres la exposición a este compuesto está ligado a una disminución de la libido, insuficiencia ovárica prematura, aborto espontáneo o nacimiento prematuro.
La solución, aclara, es posible, pero involucra realizar cambios de fondo en nuestros hábitos de consumo. Un primer paso sería fomentar la producción de productos químicos que no representen un impacto hormonal reproductivo. En menor escala, el consumo de productos libres de plásticos BPA podría ser un paliativo.
“Esta situación no puede continuar por mucho más tiempo sin amenazar la supervivencia humana”, subraya la doctora Swan en su libro Count Down.