En una mañana fría de Nueva York, nos reunimos periodistas y personalidades para ser parte del evento anual Made by Google. La presentación inició puntual, todo transcurrió con normalidad y sus representantes hablaron de cómo Google quiere ser parte de nuestras vidas. Sí, lo mismo de siempre.
Les ahorraré el análisis del clásico discurso que escuchamos en cada presentación de tecnología: la trillada frase “su privacidad es prioridad para nosotros”. Apple, Amazon y hoy Google siempre dicen lo mismo. Y todos son incapaces de probarlo. Sinceramente, ya no le creo a ninguno.
Nadie compra un teléfono Pixel por su pantalla ni por su Android de última generación, sino que lo hace por su cámara. Y es en esta característica del Pixel 4 en lo que quiero detenerme.
Los fotógrafos más reconocidos del mundo dicen que lo relevante de una imagen es, en este orden: objeto, luz, lente y cuerpo de la cámara. Google, en cambio, ha reemplazado este último elemento por el software.
Es en el procesamiento de imágenes donde Google brilla por encima de todos los fabricantes de teléfonos. De hecho, las fotos que consiguen sus usuarios son el resultado de la mezcla de nueve imágenes que el equipo logra procesar en un abrir y cerrar de ojos. El resultado final es realmente impresionante, tomando en cuenta que es un dispositivo que cabe en un bolsillo.
Google ha abandonado el esquema de un solo lente por uno de tres, al que agregó un sensor de tipo radar, que permite manipular el teléfono solo con gestos.
Al momento de escribir esta columna, no podía confirmar ni negar el adecuado funcionamiento de esta atractiva característica, pero pronto lo haré y compartiré mi experiencia.