Cuatrocientos euros. Un teclado. Para un iPad. Ni en una desatada juerga de celebración hubiera considerado gastar tanto dinero en un (reconozcámoslo abiertamente) accesorio. De hecho, mi relación con el Magic Keyboard para iPad Pro ha sido compleja desde su presentación: cuando vi la demostración del producto no dudé en decirme a mí mismo que Apple por fin había cerrado el círculo con el iPad Pro dotándole de funciones clave que van mucho más allá del primer análisis.
Sí, es solo un teclado… ¿O tal vez no? Siendo usuario muy intensivo del iPad Pro (hasta la fecha utilizaba un teclado retroiluminado Logitech) no había debate: a este periférico le iba a sacar chispas y dedicándome a trabajar en movilidad, parecía una inversión. Tras esta primera reflexión, llegó el primer clic en la tienda on-line de Apple. El sistema me proporcionaba un plazo de entrega de entre 2 y 3 semanas, demasiado tiempo para tanto dinero y para alguien dubitativo.
No, no sustituye a una computadora… de momento
No es de extrañar que al cabo de una semana cancelara el pedido: el sentido común se había impuesto y no se justificaba semejante desembolso para un teclado. Pero nuevamente y pasados unos días venció el sí y antes de que pudiera arrepentirme de nuevo, recibí un mensaje de Apple indicando que el producto había salido ya de sus almacenes (y por extensión, se había efectuado el cargo en la tarjeta de crédito). A partir de ese momento todo sucedió muy rápido y al día siguiente estaba DHL llamando a mi puerta con un pequeño paquete.
La ventaja de los productos de Apple es que una vez abiertos y colocados, se pueden utilizar sin problemas y esto mismo sucedió con el Magic Keyboard. Las sensaciones en la mano son las habituales de la casa y no por ello desdeñables: una sensacional calidad (aunque no se puede esperar menos de ese precio) y una vez ‘adherido’ mediante imanes el iPad a la trasera de la funda teclado, ya funciona todo. Eso sí, conviene recordar que este dispositivo cuenta con una pequeña batería que conviene cargarla por completo una vez abierta la caja.
La primera grata sorpresa fue la integración del trackpad en la plataforma: el iPad Pro puede utilizarse de una forma mixta que exige un brevísimo plazo de adaptación; de pronto te ves utilizando el trackpad, de pronto los dedos en la pantalla… sea como sea, la utilidad del dispositivo se dispara y pronto comienza a derretirse el cargo de conciencia: a este periférico se le puede sacar mucho jugo. Eso sí, olvídate de prescindir de una computadora, al menos de momento y salvo honradas excepciones. Apple sigue acercando ambas plataformas pero no hay semana en la que no me vea obligado a encender la laptop para resolver algo que me resulta imposible en la tableta.
Importantes limitaciones a tener en cuenta
Si vienes del ecosistema de Apple y te has hecho a los gestos en el trackpad, te llevarás alegrías y decepciones a partes iguales. Las primeras: la gran mayoría de los gestos son utilizables en iOS (perdón, iPadOS), con lo que pronto te encontrarás deslizando dedos como un poseso y ahorrando un valiosísimo tiempo en procedimientos habituales. Pero en el pecado está la penitencia y es aquí donde te encontrarás con los primeros inconvenientes: funciones como el doble tap en el trackpad no están disponibles y la selección de grandes porciones de texto puede ser un quebradero de cabeza, obligándote a usar de nuevo los dedos y cometer bastantes errores.
Puedes pensar que se trata de un mal menor, y lo es, o tal vez no cuando recordamos que hemos pagado más de 300 euros por esta función. La otra gran desilusión de este accesorio te la llevarás al final del día, cuando haya concluido la jornada laboral y quieras leer el periódico o echar un ojo a Facebook: este teclado replica tan bien a la portátil que hasta olvidas que el iPad es una tableta. Así es, con el Magic Keyboard no puedes colocar el iPad en vertical ni plegar el teclado en la parte trasera como sucedía con el teclado anterior de la casa y el del resto de fabricantes.
Es cierto que basta con desprender la tableta de la parte imantada y utilizarla, pero uno se siente incómodo quitando toda la protección al dispositivo. Una vez más, recordemos que estamos ante un accesorio a un precio difícilmente justificable salvo que por tu trabajo te veas obligado a producir desde cualquier lugar y en movilidad. De alguna forma, Apple se ha visto obligada a sacrificar esta importante faceta en su recorrido por convertir al iPad en un eficaz sustituto de la computadora. ¿Lo logra?
Un prodigio al servicio de quien trabaja en cafés
Eso sí, una vez asumidas las importantes limitaciones del equipo y habiendo despedido con dolor los dólares que te ha costado, el Magic Keyboard te devuelve los disgustos a pequeñas dosis diarias. Como he comentado antes, tengo una SIM con conexión 4G permanente y abrir el iPad y ponerse a trabajar conectado es cuestión del tiempo que tardes en levantar la tapa. El fabricante de Cupertino ha logrado elevar la pantalla sobre el teclado para que la postura no sea tan forzada y hablando de teclas, la experiencia de escritura es sublime.
Apple ha querido huir de los problemas derivados de su «tecladogate» y uno se olvida que está escribiendo en una tableta; la precisa retro iluminación hace el resto, aportando luz en las teclas únicamente cuando es necesaria y en su medida justa. No hay opción de ajustar la iluminación del teclado y esto es una excelente noticia porque quiere decir que el sistema lo hará por ti. La otra buena noticia es que las críticas vertidas sobre las limitaciones seguro que se corrigen en sucesivas actualizaciones de la plataforma.
Entonces ¿Me lo compro o no? En pocos productos nos hemos visto en un dilema tan enrevesado, pero no vamos a escabullirnos: si trabajas en movilidad y el tiempo de reacción es clave para ti, el Magic Keyboard será un aliado de primer nivel que pronto ‘amortizará’ el desembolso inicial; si por el contrario, eres un usuario casual del iPad para trabajar y sales poco de casa o la oficina, en ese caso mejor ahorrarse los 350 euros (o más) de este accesorio y optar por cualquier otra solución.