Imagina un mundo en el que el 99 por ciento de una sociedad se nutre de noticias difundidas por un solo medio, sin ningún tipo de verificación y que tras su publicación -o en ocasiones, anuncios- se evaporan para siempre. Imagina que esa sociedad va recibiendo esta información sesgada (o incluso, manipulada) de forma sistemática durante meses y finalmente se ve confrontada a una elecciones en las que debe decidir por algo crítico en su futuro. Pues bien, esta situación orwelliana es la que describió sin pelos en la lengua la periodista Carole Cadwalladr ante los atónitos asistentes a un TED Talk: Facebook había manipulado a los votantes en favor del Brexit, dicho sin tapujos, a través de anuncios en su plataforma.
Esta periodista de investigación mostró en la pantalla algunos anuncios kafkianos en los que se alertaba que la Unión Europea (UE), enemigo a batir, pretendía llenar las islas con millones de Albanos, Turcos y otros nacionales de fuera de la Unión que, al parecer, llegarían en masa para quitar los trabajos a los británicos. El anuncio lo firmaba la iniciativa, ‘Vote Leave’ (vota por abandonar la UE). Por descontado, en ningún momento ni se había planteado en la Unión y en los países citados su incorporación al grupo… ni siquiera en clave de rumor. Nada, la información partía de la nada.
Toros, osos y hasta el té
Puestos a manipular a una sociedad menos informada (los anuncios se han centrado en zonas rurales), el listón de la realidad lo marca quien decide publicar el anuncio. ¿Hasta dónde se puede llegar? En otra publicidad que no ha escapado a las capturas de pantalla de algunos alarmados usuarios, se mostraba a un oso polar al que acompañaba un texto: “la UE bloquea las iniciativas para salvar a los osos polares”; pero hay más, en otra captura se muestra a un torero y el texto “basta de maltrato animal”, una reclamación muy meritoria pero no relacionada, en nada, con la Unión Europea, tal vez insinuando que el Reino Unido iba a celebrar corridas de toros. Y puestos a manipular, los artífices de esta estrategia incluso insinuaron que la UE quería poner coto al té, lo más sagrado en esas latitudes…
Vistas las consecuencias, es evidente que la campaña del Brexit fue un éxito para los partidarios del ‘Vote Leave’, y no te vamos a recordar la encrucijada en la que se encuentra el país ahora mismo, y por extensión, el resto de países de la Unión, en una de las mayores crisis institucionales que se recuerda y que puede tener un impacto directo en los bolsillos de los ciudadanos. Sí, una información intencionalmente sesgada en Facebook puede llegar a afectar directamente al bolsillo de los contribuyentes y aquí ya comenzamos a comprender la trascendencia de la estrategia.
La interminable sombra de la desinformación
El propio Mark Zuckerberg se vio obligado a admitir el desastre de Cambridge Analytica, en el que el sistema había extraído información particular de sus usuarios de cara a permitir los temidos perfiles (clasificación de los usuarios por renta, género, ubicación y preferencias de todo tipo) y venderlos de cara a una posterior explotación. Lo sucedido con el ‘Brexit’ es solo la punta del iceberg de una nueva realidad en la que la manipulación informativa se puede llevar a cabo en masa y con consecuencias, si cabe, peores.
Las nuevas generaciones ‘viven’ el grueso de su tiempo en redes sociales y apenas dedican minutos a la semana a informarse por otras vías, como prensa, radio o incluso podcasts, lo que se transforma en un caldo de cultivo para el desastre ya que esta generación convenientemente desinformada cuenta con una poderosa arma con la que puede hacer mucho daño: los votos. En muchas ocasiones los medios se dirigen con condescendencia a esta generación de redes sociales como “millennials”, “generación X” y demás acrónimos para distinguir a la que proviene de otras raíces, la de los medios tradicionales. Pero esta generación tiene acceso al voto igual que el resto, y las elecciones cambian gobiernos.
No queremos ser agoreros pero la cosa pinta francamente mal, porque pese a la buena declaración de intenciones de Zuckerberg y compañía, no existe una forma efectiva de controlar la veracidad de la información de lo que se publica en redes sociales y la cantidad de bulos y noticias falsas que recorren a velocidades de vértigo otros productos de la casa, como WhatsApp. ¿La única solución efectiva? Despertar en estos usuarios el espíritu crítico e informarse muy bien, consultando todos los frentes, antes de contar con algo tan poderoso en las manos como un voto.